La necesidad de consejería cristiana

AL FINAL DEL AÑO 1880, en el corazón de Europa, un joven médico austríaco llamado Sigmund Freud, principió su carrera como psiquiatra. Freud no era un médico común, ya que trató de analizar los sueños de sus pacientes, indagó en sus secretos personales y desarrolló teorías acerca de la conducta humana y la forma en que piensan las personas.
Al principio, poca gente prestó atención a Freud, ya que nunca dicto conferencias, ni impartió cursos universitarios.

Algunos estudiosos de la materia leyeron sus artículos y algunos seguidores se reunieron semanalmente para discutir sus ideas; sin embargo, en esos remotos dias, nadie podria haber predicho que las teorías de Sigmund Freud serían conocidas algún día por todo el mundo.

Freud escribió acerca del desarrollo humano, la conducta anormal y los sueños, así como una teoría de consejería, a la cual llamó Psicoanálisis. Freud también escribió acerca de religión y sugirió que los creyentes eran psicológicamente inestables. Probablemente esta crítica fue la que hizo que muchos pastores y laicos en la iglesia llegaran a ser totalmente escépticos a la psicología y a la consejería.

Sin embargo, podemos asegurar que la consejería principió siglos antes de Freud. Eliú dio consejería a Job en medio de su enfermedad; un ángel hizo consejería con Elías cuando éste estaba desanimado y solo en el desierto: Daniel dio consejería al rey Nabucodonosor, quien a causa de su desobediencia más tarde perdió la razón David tocó el arpa y trajo tranquilidad a Suil cuando éste ultimo estaba emocional y espiritualmente perturbado

Jesús es descrito como "Maravilloso Consejero" y todo el Nuevo Testamento está lleno de ejemplos de creyentes que ayudaron, dieron consejería y cuidaron el uno del otro. Si usted busca en los anales de la historia de la iglesia descubrirá que desde el tiempo de los apóstoles hasta el presente el proveer cuidado y consejería ha caracterizado a los líderes de la iglesia

Probablemente recordará usted la historia de la visita de Jetro a Moisés, cuando los hijos de Israel acampaban al pie del Monte Horeb, después de haber salido a Egipto (Exodo 18).

Jetro, quien era el suegro de Moisés, escuchó con gran interés lo que el Señor había hecho por Su pueblo. Los dos hombres adoraron juntos a Dios y probablemente platicaron hasta tarde en la noche. Sin embargo, al día siguiente, Moisés estaba levantado muy temprano. Ahora pasaba días enteros escuchando al pueblo, ayudándoles a resolver sus diferencias y enseñándoles la Ley de Dios. Cuando Jetro se dio cuenta de esto se preocupó. "No está bien lo que haces", dijo el anciano a Moisés. "El trabajo es demasiado pesado para ti, no podrás hacerlo tú solo". Entonces Jetro sugirió: "Escoge entre todo el pueblo varones virtuosos y temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia" (Exodo 18:21). Ellos podrían manejar muchos de los problemas y los más difíciles serían referidos a Moisés. Moisés escuchó este consejo e hizo lo que su suegro le recomendó. Los creyentes compartieron responsabilidades ayudando a aquellos que estaban pasando por necesidades, y el "Pastor Moisés" pudo evitar el fatigarse y la pena de tener que resolver tantos problemas.

Es muy probable que esta consejería haya tenido que ver principalmente con asuntos legales, pero también es posible que se discutieran asuntos personales. En este ejemplo podemos ver muchas de las características de la consejería cristiana efectiva: un servicio realizado por varones virtuosos, temerosos de Dios, varones de verdad, honestos, sensibles, accesibles y dispuestos a referir los casos más complejos a un consejero de más experiencia.

El significado de la consejería cristiana

La consejería implica una relación de cuidado entre por lo menos dos personas. Una de ellas (el consejero) busca ayudar a la otra (el aconsejado) a resolver y anticiparse a los problemas de su diario vivir. En el trabajo de consejería, el consejero cristiano busca aplicar la sabiduría de Dios como lo enseña la Biblia, a los problemas de la vida.

La consejería puede tener una variedad de metas, de las cuales solamente algunas pueden aplicarse a cualquier situación de consejería. En diferentes momentos, el consejero cristiano se ocupará en ayudar a otras personas a:

• Cambiar actitudes, acciones o valores;
• Aprender habilidades, por ejemplo: Cómo relacionarse adecuadamente con las demás personas, cómo comunicarse, cómo estudiar o cómo orar;
• Reconocer y expresar sentimientos, como ansiedad, temor, soledad o ira;
• Entender las causas de los problemas;
• Tomar responsabilidad por cambios de conducta y de actitudes;
• Reconocer el pecado, confesarlo y experimentar el perdón de Dios;
• Tomar decisiones inteligentes;Reconocer y tomar alguna clase de relación a futuros problemas que pudieran surgir; y
• Aprender a crecer como discípulo de Jesucristo.

La unicidad en la consejería cristiana

En años recientes, la importancia y efectividad de la consejería ha venido a ser más reconocida en países alrededor de todo el mundo, lo cual incluye nuestra América Latina.

Aquí, al igual que en otros países, continuamente los cristianos tiene oportunidades singulares de ayudar a otros. Los miembros de la iglesia y los líderes de las congregaciones generalmente cuentan con datos de los aconsejados, tales como trasfondo de los familiares y de la comunidad. A diferencia de muchos consejeros pastores u otros cristianos, tienen la libertad de visitar hogares, pueden ser localizados en una forma rápida cuando la ayuda sea necesaria. Con frecuencia son amigos de confianza de la persona en necesidad y pueden hacer uso de los recursos espirituales, como la oración y la lectura de la Biblia con bastante libertad. Ya que el consejero cristiano está interesado en asuntos espirituales, puede ser de ayuda especial para las personas que tienen interés en saber acerca de Dios, valores, pecado, culpa, el significado de vida y muerte y otras preguntas relacionadas con religión.

La consejería cristiana es singular, por lo menos, en tres sentidos:

Primero, el cristiano posee puntos de partida singulares acerca de la vida y el universo. Por ejemplo, asumimos que Dios existe y se comunica con nosotros, que El ha creado el universo y lo sustenta con Su poder (Hebreos 1:1-3), que El creó al ser humano y le dio la libertad para pecar y para experimentar el perdón divino (1 Juan 1:8-9) y que Cristo, quien murió por nuestros pecados, está ahora vivo y en el cielo, donde es el Mediador entre Dios y nosotros (Hebreos 7:24-25 y 1 Timoteo 2:4-6). Debido a nuestros puntos de partida y creencias, los cristianos tenemos un punto de vista único sobre el mundo y sus problemas. No coincidimos con Erich Fromm, un famoso psiquiatra que proclamó que el ser humano "está solo en un universo que es indiferente a su destino". Los cristianos, en cambio, creemos que Dios nos conoce, se ocupa de nosotros, escucha nuestras oraciones y ayuda a las personas a resolver sus problemas.

La segunda característica singular de la consejería cristiana se refiere a las metas. Creyentes y no creyentes tienen muchas metas en común en lo relacionado con consejería. Todos queremos ayudar a las personas a afrontar y resolver sus problemas, a llevarse bien con otros, a aprender cómo manejar las crisis, a cambiar sus actitudes y conductas dañinas y a encontrar formas de vivir mejor sus vidas. Además, el consejero cristiano está interesado en presentar el mensaje del evangelio y estimular a los aconsejados a entregar sus vidas a Cristo Jesús, en ayudar a las personas a reconocer y confesar sus pecados para poder experimentar el perdón de Dios, en estimular a los aconsejados a crecer espiritualmente y en una forma amable estimular a otros a vivir vidas basadas en las enseñanzas bíblicas, en lugar de patrones de la sociedad secular. El consejero cristiano también tiene la meta de ser ejemplo de alguien que trata de vivir como un seguidor de Cristo

Jesús (véase 1 Corintios 11:1). Al igual que Timoteo, los consejeros cristianos deben ser ejemplo en "palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" de los creyentes (1 Timoteo 4:12).

Tercero, el consejero cristiano posee métodos singulares. En el capítulo 3 consideramos algunas técnicas para la consejeria cristiana efectiva. Veremos que los consejeros cristianos y los que no lo son, enfatizan el uso de cuestionarios, estimulan, confrontan y utilizan algunos otros métodos de consejería. Sin embargo, los consejeros cristianos son únicos en no utilizar métodos que puedan ser considerados inmorales o inconsistentes con los patrones bíblicos. Además, a diferencia de los no creyentes, los cristianos hacen uso de la oración, la lectura de la Biblia, la participación en grupos de la iglesia y otras prácticas espirituales que pueden ser estimulantes y de ayuda para los aconsejados.

El apóstol Pablo escribió una breve afirmación acerca de su propósito en la vida, la cual fue la razón de todos sus problemas y actividades y es una buena guía para los consejeros cristianos de hoy:

"A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, el cual actúa poderosamente en mí”. Colosenses 1:28,19.

Los mandamientos más importantes, la gran comisión y la consejería cristiana

En diferentes oportunidades, durante su vida en la tierra, Jesús dio un resumen de sus enseñanzas. En respuesta a la pregunta de uno de los doctores de la ley, por ejemplo, estableció los "dos grandes mandamientos" que han guiado a los cristianos a través de los siglos, e inmediatamente antes de su regreso a los cielos, dio lo que ahora conocemos como "la Gran Comisión". Los grandes mandamientos realmente fueron citas del Antiguo Testamento. El gran mandamiento, de acuerdo con Jesús es: "y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas", el segundo es: "amarás a tu prójimo como a tí mismo", además, Jesús agregó que no hay mandamiento mayor que éste (Marcos 12:30-31).

La Gran Comisión instruye a los cristianos a "ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que Jesús mandó". Esto es lo que Cristo nos ordenó. Jesús aseguró a sus seguidores que El tenía toda potestad y estaría con nosotros aun cuando no pudiéramos verlo con nuestros ojos (Mateo 28:18-20).

Alguien ha sugerido que el Señor empezó su ministerio llamando a Pedro, Andrés, Santiago y Juan para ser discípu-los, que El terminó su ministerio con la Gran Comisión ordenándonos a hacer discípulos, y que en medio de estos dos eventos, enseñó los dos grandes mandamientos, los cuales dicen a las personas cómo ser discípulos. En este trabajo, Jesús trató a las personas de distintas formas.

En diferentes momentos, Jesús instruyó, escuchó, predicó, argumentó, animó, condenó y demostró lo que era realmente cor un verdadero hiio de Dios. Habló a las personas en sus hogares, en las calles, en los lugares de adoración, en sus horas de comida, en funerales y en sus lechos de enfermos.

Quizás no hubo dos personas a las que Jesús tratara exactamente de la misma forma.

Jesús reconoció las diferencias individuales en las personas, sus necesidades y el nivel de entendimiento que poseían, por lo que las trató de una forma singular.

Cuando las personas tienen necesidad de consejeria, generalmente no están interesadas en asuntos espirituales o en escuchar un sermón. Al igual que las personas que vinieron a Jesús, tienen una necesidad que clama por ser satisfecha o un problema que debe ser solucionado. Frecuentemente necesitan afecto, estímulo, guía, o sanidad de alguna antigua herida.

La responsabilidad del consejero es la de establecer en estas personas el punto en donde se encuentran en sus necesidades.

Sin embargo, nunca debemos de olvidar que los grandes mandamientos y la Gran Comisión todavía se aplican a los creyentes hoy en día. Todavía somos responsables de amar a Dios, de amar y tratar a nuestro prójimo de la misma forma como nos gustaría ser tratados. Somos responsables de ser discípulos de Cristo y de hacer discípulos a través de testificar y enseñar. Definitivamente no podemos ignorar estas instrucciones cuando hacemos consejería. Los dos grandes mandamientos y la Gran Comisión son las órdenes constantes para aquellos que son seguidores de Cristo.

Al considerar este punto, seguramente será de ayuda que pensemos en el trabajo de los médicos cristianos, quienes al igual que otros cristianos, tienen la responsabilidad de obedecer la Gran Comisión. Sin embargo, ningún médico va a sacar su Biblia y ponerse a predicar en una sala de emergencias. El médico empieza su trabajo con las personas en el mismo lugar del accidente, demuestra el amor de Cristo por medio de su interés hacia sus pacientes y haciendo cuanto le sea posible por evitarles el sufrimiento y traerles la sanidad. No va a hablar de asuntos espirituales, el énfasis está en el tratamiento físico que dará. Todo médico cristiano sabe que al aliviar el sufrimiento, estará honrando a Cristo y ésto será un paso muy importante para iniciar la evangelización (Proverbios 14:31 y Mateo 10:42)

Algunos consejeros, al igual que muchos médicos, con frecuencia ignoran por completo los asuntos espirituales y no comparten a Cristo durante las sesiones de consejería, lo cual es una gran injusticia para las personas en necesidad. Sin embargo, debemos reconocer que los asuntos espirituales no pueden ser presentados de repente o bruscamente. El consejero deberá ser sensible a la guía del Espíritu Santo, deberá confiar en que El mostrará cuándo y cómo discutir los asuntos espirituales. Las personas a quienes damos consejería son complejas, con necesidades físicas, psicológicas y espirituales.

No debemos tratar lo espiritual y olvidar las necesidades psicológicas y físicas, pero tampoco debemos tratar un problema psicológico o médico, como si los asuntos espirituales fueran irrelevantes o no fueran importantes. Los dos grandes mandamientos y la Gran Comisión nos enseñan a enfocar nuestra atención totalmente en la persona, con todas sus necesidades humanas.

Psicología secular y consejería cristiana

Existe evidencia de que estamos viviendo en un mundo en donde hay un gran interés por la psicología. Libros, cursos universitarios, trabajos de investigación, reportes en periódicos, artículos en revistas, todo demuestra que la psicología ha venido a ser un fenómeno mundial.

Esta es la base de la consejería, sin embargo, también es una fuerza que incluye la forma de educar al niño, la estabilidad familiar, los negocios, la arquitectura, la literatura, la planificación, la economía y aún la agricultura, la política y las relaciones internacionales.

¿Cómo debe reaccionar el cristiano ante esto? ¿Debe aceptar las enseñanzas psicológicas sin tener una mente crítica?

¿Debe reaccionar en contra de la psicología moderna, igual que como lo hicieron nuestros abuelos con Freud? ¿Debe buscar enseñanzas en las conclusiones de la psicología y aplicar algunas de ellas al trabajo de la iglesia?

Es evidente que la psicología no puede ser ignorada o tratada como si no existiera. Dios en su sabiduría ha permitido a los psicólogos descubrir muchos hechos útiles relacionados con la forma en que actúan, piensan, y resuelven sus problemas las personas. Por supuesto, este conocimiento está muy lejos de ser completo y va a tener muchos errores, pero aun las personas que critican la psicología y tratan de ignorar su influencia, con frecuencia usan términos psicológicos en sus conversaciones, así como aplican técnicas de psicología en su consejería.

En lugar de hace de menos a la psicología, mejor aprendamos de ella, aceptando lo que ha probado ser efectivo y esta de acuerdo con las enseñanzas bíblicas, dejando por un lado lo que está en contra de estas enseñanzas.

En las décadas que han pasado desde el tiempo de Freud, se han propuesto muchas teorías psicológicas, las cuales no son fáciles de resumir, pero sí se pueden dividir en tres grupos:

Primero, las corrientes directivas para dar consejería. Aquí el consejero es visto como un experto que analiza un problema, busca soluciones y las comunica al aconsejado. El aconsejado llega buscando consejo y se le dice cómo actuar para solucionar su problema. Esta corriente pone demasiada responsabilidad sobre el consejero.

En contraste, las corrientes permisivas para aconsejar, asumen que los aconsejados son capaces de resolver sus propios problemas si tienen la libertad y oportunidad para pensar en medio de las situaciones conflictivas. Por consiguiente, el consejero no hace ningún diagnóstico, ni sugiere soluciones o da tratamiento, sino que escucha cuidadosamente. En ocasiones resume lo que se ha dicho y provee al aconsejado una relación afectiva en donde éste se siente libre para hablar, expresar sentimientos y a veces hasta llega a sacar sus propias soluciones para los problemas.

En tercer lugar, existen las corrientes de interacción, en las cuales el consejero y el aconsejado discuten un problema mas o menos al mismo nivel y deciden juntos cómo resolverlo.

Estas tres corrientes reflejan diferencias culturales. En sociedades en donde existe gran respeto hacia las personas mayores y otras autoridades, será más común una corriente directiva.

En otras, en cambio, donde la vida es más permisiva, se usarán más, tanto la segunda, como la tercera de estas corrientes.

¿Cuál es la corriente correcta? Probablemente lo sean las tres, dependiendo del problema, las expectativas del aconsejado y la personalidad del consejero. Algunas veces Jesús fue bastante directo y autoritario en su trato con las personas, como por ejemplo con los líderes religiosos locales; en cambio fue más permisivo con los hombres que encontró en el camino a Emaús. A ellos les permitió hablar libremente y después les enseñó. Mantuvo una conversación con Nicodemo, fue amable al instruir a la mujer que lo siguió para tocar sus vestiduras y ser sanada, probablemente abrazó a los niños que le traían y tuvo con sus discípulos un sinnúmero de sesiones informales en donde les enseñaba.

Durante años recientes, un buen número de cristianos sinceros, han propuesto sus propias teorías de consejería. Muchas de ellas han sido de ayuda, pero algunas han sido presentadas en una forma rígida como que si fueran tan verdaderas como la Biblia. Como cristianos, debemos recordar que Dios nos hizo a cada uno de diferente manera. El nos permite utilizar una variedad de técnicas y corrientes para ayudarnos los unos a los otros. Por supuesto, siempre debemos esforzarnos en hacer consejería en una forma que honre a Cristo y que sea consistente con las enseñanzas de las Escrituras. Debemos evitar la tentación de criticarnos unos a otros en nuestras técnicas y de proclamar que "solamente nuestra for-la es la correcta según la Biblia". Esa forma orgullosa de pensar, con frecuencia estorba la consejería cristiana, daña a nuestros aconsejados y no honra a Cristo.

La iglesia y la consejería cristiana

En el Nuevo Testamento, la Iglesia se describe como un cuerpo de creyentes que están comprometidos a seguir a Jesucristo. Los creyentes deberán ser devotos de la adoración, la oración, el evangelismo, la enseñanza y el estímulo de una hacia otro. Su característica más obvia, dijo Jesús (Juan 13:35), será que se tendrán amor los unos por los otros.

Una de las más grandes tareas de la Iglesia es la de ayudar a las personas. "Dios ordenó el cuerpo... para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.

Vosotros, pues (Los creyentes, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular" (1 Corintios 12:24-27). De acuerdo con el plan de Dios, la iglesia debe ser un cuerpo unido de creyentes, a quienes se les ha dado poder por medio del Espíritu Santo y están comprometidos en ayudar a otros, tanto dentro, como fuera de la iglesia.

Los cristianos que adoran en la iglesia, no son todos iguales. De acuerdo con varios pasajes del Nuevo Testamento (Romanos 12, 1 Corintios 12 y Efesios 4), se les han dado diferentes dones a todos los creyentes. Por ejemplo, algunos tienen una habilidad especial dada por Dios para predicar o para enseñar, otros son mejores ayudadores o administradores. Algunos dones son más prominentes que otros, pero todos son importantes y necesarios.

De acuerdo con Efesios 4:12-16, los dones son dados por el Espíritu Santo con dos propósitos: Primero, los dones preparan al creyente para servir a Cristo y, segundo, se usan para edificación y fortalecimiento de toda la iglesia, de manera que los miembros se unan, maduren y sean capaces de resistir el paso de las novedades o filosofías de la vida.

Algunos estudiosos de la Biblia han sugerido que los dones espirituales son una habilidad especial dada por Dios a algunos creyentes con el propósito de edificar la iglesia y de fortalecer a los individuos. Romanos 12:8 menciona el don de exhortación, y la palabra griega paraklesis, significa "viviendo a la par para ayudar", lo cual implica actividades como dar consuelo, apoyo, estímulo y reprensión. Todas estas actividades se relacionan con consejería.

Aun cuando algunas personas tiene dones especiales en esta área, todos los creyentes tienen la responsabilidad de ayudar a otros. En la carta de Santiago, se nos recuerda repetidamente que nuestra fe está muerta si ésta no se demuestra con un interés práctico por las necesidades de los demás. Esta idea es enfatizada a través del Nuevo Testamento. Se nos instruye a edificarnos los unos a los otros, amonestarnos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles y ser pacientes para con todos (1 Tesalonicenses 5:11 y 14). Todos los hombres y mujeres espirituales son responsables de restaurar con espíritu de mansedumbre a aquellos que han caído en pecado, de sobrellevar los unos las cargas de los otros y de "hacer bien" a todos en la iglesia y fuera de ella (Gálatas 6:1-2 y 10).

El pueblo de Dios deberá ser misericordioso, benigno, humilde, gentil, paciente, amoroso y estar siempre dispuesto a perdonar

(Colosenses 3:12-14). Los cristianos somos responsables de buscarnos, de estar en contacto y de amarnos unos a otros y la consejería es una de las formas por medio de las cuales podemos realizar este trabajo. ¿Cómo nos buscamos unos a otros?

¿Cómo se llega a ser consejero? 
¿Qué es lo que hace un consejero? 
¿Cómo se puede realmente ayudar a las personas? 
Estas son preguntas importantes, las cuales con mucha frecuencia llegan a ser las bases de programas universitarios de consejería. Algunas personas, incluyendo cristianos, toman esta clase de programa, reciben todo el entrenamiento y llegan a ser consejeros profesionales, psicólogos o psiquiatras. Estos son los especialistas que pueden ayudar a las personas que tienen problemas.

Sin embargo, no es necesario ser un consejero profesional para ayudar a otros. 
Existen relativamente pocos profesionales, aunque esto no se ha probado científicamente, que son más efectivos que los no profesionales. Muchos pastores y otros creyentes que conocen a Dios y que quieren que Él los use, se dan cuenta que pueden ser muy eficaces como consejeros. El tema principal de los próximos capítulos nos habla de cómo pueden llegar a ser consejeros cristianos las personas con estas características.

PREGUNTAS

1. ¿Por qué son inadecuados los consejos de Freud, para basar una teoría de consejería cristiana?

2. ¿Cuál es la definición de consejería cristiana?

3. Mencione cuáles son los tres elementos que hacen la consejería cristiana singular. Explique.

Artículo extraído de Collins, Gary. Consejería Cristiana Efectiva. Editorial Portavoz:1992. 11-22.

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