Bases bíblicas y teológicas de la Consejería Pastoral - Consejería Pastoral
¿Cuál es la diferencia básica entre un psicólogo y un consejero pastoral?
Lo que hace que esta disciplina sea verdaderamente «pastoral» es que ocurre dentro de un contexto informado por la tradición judeocristiana.1 Es decir, la consejería que se lleva a cabo en el contexto de la comunidad de fe es «pastoral» porque es parte de la tarea de la iglesia de Dios y porque está informada por conceptos bíblicos y teológicos cristianos.
Esto implica que la consejería pastoral ocurre en un contexto moral.2 Esta disciplina se fundamenta en un contexto teológico lleno de significados morales. Cuando una persona acude a la pastora de su iglesia en busca de consejo para enfrentar sus problema matrimoniales, sabe que la iglesia tiene una visión teológica del vínculo matrimonial. Más que un contrato entre dos partes que puede ser disuelto a voluntad- la iglesia entiende que matrimonio es una institución establecida por Dios. Ese entendimiento teológico hace que acercamiento del consejero pastoral sea necesariamente distinto al del terapeuta secular.
Las personas que buscan el consejo de sus agentes pastorales presuponen que estrategias sugeridas por éstos les ayudarán a trazar para enfrentar sus problemas esta informadas por ese contexto ético, moral y religioso. Por esta razón, aquellos ministros sólo emplean perspectivas psicológicas para aconsejar a sus feligreses, están privándolos los recursos bíblicos y teológicos que necesitan para enfrentar la vida.3 Es precisamente contexto moral lo que les ayuda a discriminar entre lo correcto y lo incorrecto.
La tendencia actual se mueve en dirección a reafirmar estas dimensiones bíblicas y teológicas de la consejería pastoral. Los especialistas en el campo afirman que la teoría psicológica necesita un marco teológico y que a pesar de lo útiles que puedan resultar los enfoques psicológicos en el proceso terapéutico es la teología lo que finalmente debe usarse para articular el proceso de consejería.4
Las distintas teorías psicológicas pueden ayudarnos a comprender el desarrollo de la personalidad y el carácter de las personas que aconsejamos. Es decir, nos ayudan a explicar cómo han llegado a ser lo que son. Sin embargo, la psicología no informa acerca de los valores éticos, morales y religiosos que deben guiar el futuro de la persona aconsejada, una vez superados los problemas que la llevaron a nuestra oficina pastoral. La psicología ni debe ni puede indicarnos lo que la persona debe llegar a ser.5 Si una teoría psicológica llegara a dictar las metas de la vida, sería una pseudo religión, no una disciplina de estudio científico social.6
Después de esta breve introducción, en la cual hemos establecido el contexto eclesial de la disciplina, pasaremos a tratar los fundamentos teológicos de la consejería pastoral y a exponer algunos puntos importantes sobre el uso de la Biblia esta dimensión tan importante del ministerio de la iglesia.
FUNDAMENTO TRINITARIO DE LA CONSEJERIA PASTORAL
La consejería pastoral es una rama y una expresión de la misión de Dios en el mundo. Es esta misión divina lo que mueve a la iglesia a alcanzar la humanidad con el mensaje liberador del evangelio.7 Nótese que en lugar de hablar de la misión de la iglesia estamos hablando de la Misión de Dios (missio dei). Esto se debe a que la misión es el movimiento de Dios hacia el mundo; un movimiento que se manifiesta en los actos salvíficos de Dios en el Antiguo testamento, en la encarnación, el ministerio y la pasión de nuestro Señor Jesucristo y en la dad del Espíritu Santo en medio de la humanidad. Es este movimiento salvífico de Dios ha creado la iglesia. En este sentido, la iglesia es «misionera» porque participa de la misión divina y porque es uno de los instrumentos que Dios utiliza para liberar a la humanidad s manifestaciones y consecuencias del pecado y de la muerte.
Esta visión de la misión divina y de la tarea pastoral de la iglesia nos lleva a proponer un elo trinitario para la consejería pastoral. Es decir, implica que la persona de Dios ofrece el elo que debemos seguir en nuestra práctica de la disciplina.
El Antiguo Testamento revela a Dios como el campeón de las fuerzas de la vida. Este Dios lucha continuamente contra las fuerzas del pecado y la muerte intentan destruir a la la humanidad. Esta acción salvífica de Dios la vemos claramente en el relato de la creación (Génesis 1-3). Estas narrativas afirman que Dios es quien creó el mundo (1:1), quien impuso el en en medio del caos (1:2), y quien creó y bendijo a la humanidad (1:26-2:3). Este relato bien narra con dolor cómo el ser humano pecó contra Dios, rebelándose en un intento fallido de hacerse «igual a Dios» (3:4-5). La caída fragmenta la personalidad del ser humano pues corrompe las cuatro relaciones que hacen posible la vida:9
1. La relación ser humano - Dios: La primera relación afectada por el pecado es la relación ser humano con su creador. La anterior comunión con Dios ha sido sustituida por una acusación:10 «la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comi» (3:12). Podríamos decir que en la caída ocurre una separación teológica.
2. La relación ser humano - ser humano: El versículo citado anteriormente revela la ruptura de la relación del ser humano con los demás. Esta es la separación sociológica.
3. La relación ser humano - naturaleza: Otra relación afectada negativamente por el pecado es la relación del ser humano con la naturaleza. Esta es la separación ecológica.
4. La relación ser humano - sí mismo: La cuarta y última relación rota por la llegada de la muerte al ámbito humano es la relación del ser humano consigo mismo. El pecado causa vergüenza, temor, engaño, iras, rencillas y angustia existencial elementos antes desconocidos para el ser humano. Esta es la separación psicológica.
Dios responde con amor a la rebelión humana. La primera pregunta del Dios soberano al ser humano caído es «¿Dónde estás tú?» (3:9). A partir de este punto la Biblia narrará la historia del Dios que, en lugar de destruir a la humanidad, se esfuerza por liberarla de las consecuencias del pecado y busca su bienestar integral (shalom).
Esta amorosa iniciativa divina es clara en el relato de Caín y Abel (Génesis 4:1-16). Dios le advierte a un Caín cegado por la ira que «el pecado está a la puerta» (v. 7). Caín no escucha la advertencia divina y asesina a su hermano (v. 8). Dios castiga a Caín y le condena a ser un vagabundo errante (Hb. «nad», v. 12) en la tierra de Nod (v. 16). En este punto la historia toma un giro sorpresivo. El castigado se queja de la magnitud de su castigo (v. 13-14), expresando su temor a la muerte. Ante este reclamo, Dios «puso una señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara» (v. 16).
Estos principios bíblicos y teológicos, derivados de la doctrina de Dios, nos llevan a afirmar que la consejería pastoral debe procurar todo aquello que afirme y posibilite el pleno disfrute de la vida humana de acuerdo a la voluntad divina. La consejería pastoral presupone que, al fin de cuentas, es la actividad de Dios, trabajando «trinitariamente», diríamos a través de los procesos de creación, de redención, de revitalización y de potenciación, lo que posibilita a su vez el crecimiento y el cambio en la relación de ayuda. Es la actividad de Dios lo que fundamenta la empatía, la aceptación, la reflexión, la constancia y las interpretaciones de la consejería pastoral.11
Es Dios mismo quien, por medio de sus misericordiosos actos liberadores, nos llama a velar por el bienestar integral de la humanidad.
En el Nuevo Testamento la misión divina continúa por medio de la persona de Jesucristo. La práctica histórica de Jesús provee un ejemplo claro de lo que debe ser el cuidado pastoral de la humanidad. En Cristo vemos encarnado el amor de Dios hacia el ser humano caído:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna» (Jn. 3:16). Del mismo modo, vemos encarnada la búsqueda del necesitado. Jesús no sólo atendía a quienes clamaban a él sino que también tomaba iniciativas pastorales cuando lo creía pertinente. Lo que es más, Jesús enseñó que «el buen pastor» es aquella persona que busca activamente a la «oveja» caída (Lc. 15:1-7; Jn 10:1-21). También vemos cómo Jesús ministraba en forma integral, atendiendo no sólo las necesidades espirituales y psicológicas sino también las necesidades físicas y sociales del individuo. Su amor por la humanidad no le impedía señalar y aún condenar el pecado con valentía y claridad, llegando a emplear la denuncia pública cuando era necesario. La palabra profética y la evaluación de las estructuras sociales a la luz de los valores del reino de Dios eran parte integral del ministerio educativo y del cuidado pastoral de Jesús.
Las palabras y las acciones de Jesús en beneficio de la humanidad tales como «Tus pecados son perdonados... vete y no peques más. » demuestran su amor por el ser humano pecador y su disposición a ayudarnos a empezar de nuevo, mirando al futuro con sentido de esperanza, liberados de un pasado doloroso. Del mismo modo en que Jesús entró en el mundo por medio de la encarnación, la consejera pastoral busca entrar en el mundo de la persona aconsejada, compartiendo su alienación, su fragmentación y su dolor. De este modo, la empatia en el proceso de consejería tiene una base teológica. Aceptamos a la persona aconsejada a pesar de sus problemas, tal como Dios nos ha aceptado a nosotros a pesar de nuestros pecados. La empatía y la solidaridad que demostramos es un reflejo del amor que hemos recibido de Dios.12
Jesús murió, resucitó y ascendió a los cielos, pero no nos dejó en soledad. ¡Todo lo contrario!
El Cristo resucitado continúa a nuestro lado por medio de la acción y el poder del Espíritu Santo.
No cabe duda que la tercera persona de la Trinidad es un agente central en el proceso de consejeria pastoral 13
De acuerdo a la teología del evangelio de Juan, el Espíritu es el «consolador» por excelencia (14:16). EI Espíritu Santo continúa el ministerio educativo y pastoral de Jesús, ya que nos recuerda sus palabras y nos enseña «todas las cosas» (14:26).
El Espíritu es quien nos capacita para juzgar y para discernir entre la conducta correcta que lleva al crecimiento integral de la personalidad y la conducta errada que fragmenta al individuo (16:7-13). En este sentido, podemos afirmar que la consejería pastoral es la búsqueda de la verdad iluminada por la acción y el poder del Espíritu Santo. Es la participación del Espíritu lo que hace que los distintos componentes del proceso terapéutico se desarrollen en forma coordinada.14 El Espíritu posibilita el desarrollo del juicio crítico de las personas aconsejadas.
Esto nos lleva a considerar lo que la Biblia nos enseña acerca del ser humano. Como indicamos anteriormente, las Escrituras nos enseñan que el ser humano que fue creado para vivir en comunión con Dios, con la humanidad, con la creación y consigo mismo cayó víctima del pecado y ahora vive las consecuencias de la fragmentación de la personalidad y de la sociedad causadas por dicha caída. Del mismo modo, la Biblia afirma que el ser humano puede encontrar redención por medio de la obra de Cristo y que puede llegar a alcanzar su pleno potencial de desarrollo en el poder del Espíritu Santo.
Esto también nos lleva a considerar una vez más los profundos puntos de contacto que en entre la ética cristiana y la consejería pastoral. La mayor parte de los problemas anos son el resultado de una mezcla de factores psicológicos, sociológicos e históricos y el uso inapropiado de nuestra libertad--lo que la tradición bíblica llama «pecado». Esto implica la tarea de la consejería pastoral es doble. Por un lado, la disciplina debe identificar los blemas de desarrollo y los factores ambientales que han distorsionado el crecimiento de la persona. Por otro lado, la consejería pastoral debe identificar aquellos patrones de conducta inadecuados, que responden a valores éticos y morales ajenos a la fe cristiana y que destruyen al ser humano.15
Debemos confesar que introducimos el concepto teológico del «pecado» en esta discusión con temor y temblor. Somos conscientes que algunas corrientes de la consejería pastoral han abusado el concepto. 16
Sin embargo, no podemos cegarnos a la realidad de que el pecado afecta a todos los seres humanos de una manera u otra. En algunas ocasiones, la persona aconsejada estará sufriendo las consecuencias de su pecado. Este es el caso de quienes destruyen sus vidas al entregarse al abuso de las drogas o el alcohol o de quienes destruyen sus hogares al entregarse a la promiscuidad y la experimentación sexual. En otras ocasiones, la persona aconsejada será la víctima del pecado de otros. Este es el caso de quienes han sufrido de violencia emocional o sexual. No importa la situación, si creemos en la bondad y la misericordia divina nuestra teología presentará a Dios como el ser que redime a la humanidad de su maldad, le capacita para vencer el pecado y sus consecuencias, y le ayuda a alcanzar su mayor potencial de desarrollo. En este sentido, parte de la tarea de la consejería pastoral es encaminar a la persona aconsejada a vivir en «santidad», es decir, a vivir de acuerdo a los valores del reino de Dios.
Ahora bien, reconocemos que hay momentos en el proceso de consejeria en los cuales es necesario echar a un lado los juicios éticos para poder establecer empatía con la persona aconsejada. Esto le da el espacio necesario para darle voz a sus pensamientos y anhelos más íntimos. Pero aún en este momento de suspensión de juicio, el proceso de consejería ocurre dentro de un contexto moral que ofrece la iglesia.17
En este punto debemos decir algo breve acerca de la iglesia, en perspectiva teológica; breve porque en este volumen tenemos la excelente contribución de Daniel Schipani sobre el tema de la iglesia como comunidad sanadora. La iglesia es la comunidad que Dios ha provisto para nutrir a los creyentes en su proceso de crecimiento en la fe. En este sentido, afirmamos que la iglesia juega un papel importante en el proyecto de Dios para el mundo, ya que provee el contexto necesario para el desarrollo del creyente. En este punto concurrimos con Polischuck, quien afirma que el plan de Dios es que la persona esté cimentada en un contexto social que proporcione sostén, arraigamiento, apoyo, encomio, nutrición emocional y social, desafío y crecimiento mútuo.18
Otra de las características que debemos recordar es que la iglesia es una comunidad de discurso moral.19 Uno de los propósitos de las reuniones de la iglesia es examinar críticamente, discutir y aún proclamar cuales con las responsabilidades sociales e individuales a las cuales nos llama la fe.20
Esto es parte integral de lo que significa ser fiel a Dios en el mundo. Por lo tanto la iglesia, como comunidad moral, contribuye a la salud mental de la sociedad.21
La tarea ética y moral de la iglesia empalma con la tarea de la consejería pastoral en el siguiente punto: ambas disciplinas buscan que los creyentes lleguen a ser agentes morales responsables que, haciendo buen uso de la libertad que Dios les ha dado, disfruten la vida a plenitud. La consejería pastoral busca la liberación de las personas en sus contextos personales y sociales.22
Debemos recordar que el crecimiento integral ocurre en el contexto de las relaciones humanas, cuando establecemos relaciones personales y sociales que posibilitan tal crecimiento.23
La consejería pastoral privatizante ignora los males sociales que afectan el desarrollo de la personalidad. Para corregir este mal, es necesario complementar la consejería individual con el cuidado pastoral de los grupos y las instituciones que componen la sociedad. Del mismo modo, es importante comprender que no puede haber una sanidad completa en un mundo dominado por sistemas socioeconómicos que promueven la injusticia, a pobreza, la violencia y la explotación económica.24
Para lograr este objetivo, la consejería pastoral deberá buscar puntos de contacto con la ética social y la teología, sobre todo en lo que se refiere a la promesa de que Dios juzgará a los sistemas sociales actuales y que establecerá un reino de amor en el mundo venidero.25
No debemos terminar esta sección sin considerar el tema de la escatología, esto es, la doctrina cristiana sobre el fin de los tiempos y la manifestación plena del reino de Dios. En la Biblia, la mayor parte de los textos escatológicos se encuentran en porciones apocalípticas, ales como el libro de Daniel, los discursos evangélicos sobre la segunda venida de Cristo (Marcos 13, Mateo 24-26, y Lucas 21), epístolas tales como I y II Tesalonicenses y II Pedro, y, claro está, el libro de Apocalipsis. Podemos establecer puntos de contacto entre la literatura apocalíptica y a consejería pastoral en, por lo menos, dos vertientes. Por un lado, la palabra «Apocalipsis» significa literalmente «revelar, develar, quitar el velo». Esto nos recuerda que en el proceso de consejeria hay momentos de «revelación» en los cuales Dios se manifiesta en maneras súbitas e inesperadas. Por otro lado, debemos recordar que el propósito tanto de la literatura apocalíptica como de la escatología bíblica es darle esperanza a un pueblo que sufre. El Apocalipsis afirma que llegará el día en que «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos su pueblo]; y ya no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.»
La consejería pastoral anticipa este tiempo de esperanza y de consuelo.26
En resumen, la escatología cristiana debe llenarnos de esperanza pues afirma que el futuro está en manos de Dios.27.
EL USO DE LA BIBLIA EN LA CONSEJERÍA PASTORAL
La Biblia no es un libro de Psicología, ni un manual de aconsejamiento; sin embargo, contiene principios que ayudan en el proceso de aconsejamiento.
No está en la Biblia la palabra aconsejamiento pastoral, pero sí aparecen términos equivalentes:
Parakaleo - Exhortar, animar o suplicar, Romanos 12:1; 2 Corintios 1:4
Noutheteo - Confrontar. Induce a tener cambios. Romanos 15:14; 1 Corintios 4:14; Colosenses 3:16.
Parmutheomai - Tener actitud positiva, animar, reconfortar. 1 Tesalonicenses 2:11.
Antechomai - Estar disponible, tener interés, abrazar fuertemente, sujetar bien algo.
Makrothumeo - Ser paciente, perseverante - Mateo 18:26; Santiago 5:7.
Sin lugar a dudas, la Biblia ocupa un lugar privilegiado en la vida de la iglesia adventista. Por esta razón; hemos decido dedicarle una segunda sección, mucho más breve que la primera, al tema del uso de la Biblia en la consejería pastoral.
Las Sagradas Escrituras son una de las herramientas que moldea e informa la consejería pastoral. La moldea porque es el documento del cual derivamos las creencias que informan nuestra teología y los valores éticos y religiosos que guían nuestra vida. La informa porque ofrece parámetros que nos guían en el proceso de «interpretación pastoral».
La interpretación pastoral es el proceso mediante el cual los agentes pastorales asignan significado a los eventos y las relaciones que puedan ocurrir en el contexto de su ministerio.28 Este proceso incluye tanto la interpretación de la tradición teológica, especialmente de la Biblia, como la interpretación de los eventos y las relaciones que enfrentamos hoy. Es decir, evalúa esos eventos y esas relaciones a la luz de una visión de la fe informada por la tradición teológica y por las escrituras.29
La consejería pastoral es una de las expresiones de la interpretación pastoral, ya que aquella es un proceso hermenéutico en el cual el consejero ayuda a la persona aconsejada a interpretar su propia historia y a desarrollar estrategias para cambiar el rumbo de su vida.30
Cuatro principios básicos
Podemos identificar ciertos principios básicos que deben orientar el uso de la Biblia en la consejería pastoral. Cuatro de ellos se describen a continuación a modo de guías para la práctica;31
1. El principio de pertinencia: Las necesidades y las situaciones particulares de la persona aconsejada deben guiar el uso de la Biblia en el proceso terapéutico. Las Escrituras no deben ser vistas como un mero código moral.32 Más que un libro de reglas, la Biblia es una fuente de lenguaje y de imágenes teológicas para la iglesia. Este lenguaje informa la reflexión ética y moral de la iglesia." Quienes afirman que la Biblia debe ser empleada como un reglamento para la conducta humana o como un «manual del fabricante» están abusando de las Escrituras.
2. El principio de sensibilidad: El uso de la Biblia debe reflejar sensibilidad ante las limitaciones físicas, emocionales y espirituales de la persona aconsejada.
3. El principio de consistencia: Nuestro uso de la Biblia debe ser consistente con las teorías psicológicas y los métodos de intervención que informan el proceso terapéutico.
4. El principio de transformación: La consejera pastoral debe ser consciente del poder transformador de las Escrituras. Por esta razón, debe emplear metodologías que le permitan identificar y evaluar el efecto del texto bíblico en el proceso de intervención pastoral.34
TRES MÉTODOS DE INTERVENCIÓN
En nuestra investigación hemos encontrado varios métodos que pueden orientar el trabajo en la consejería pastoral. A continuación presentamos tres que, en nuestro entender pueden ser útiles en nuestro contexto latino e hispanoamericano.
1. Modelos bíblicos de intervención pastoral:35 Este método identifica cómo los distintos tipos de literatura bíblica informan al proceso de consejería. Capps identifica tres «modelos» bíblicos en particular. El primero es provisto por los salmos. Su objetivo es establecer empatia con la persona aconsejada. El segundo es el uso proverbial, en el cual las Escrituras se emplean en forma directiva para confrontar al cliente, buscando causar un cambio en su conducta. El tercero es el uso parabólico. Este explora el poder transformador del Evangelio, en especial de las palabras de Jesús.
2. El uso temático de las Escrituras:36 El consejero pastoral puede usar temas biblicos y teológicos de dos maneras complementarias. Por un lado, puede utilizarlos como principios que le permitan organizar sus propios pensamientos sobre el problema planteado. Por otro, puede emplear estos temas como guías en el proceso de diagnóstico.37 Otra alternativa es establecer correlaciones entre temas bíblicos y teológicos con algunos puntos importantes de las teorías psicológicas que empleamos. Capps identifica ciertos temas teológicos con etapas de desarrollo psicosocial de Erikson. Por ejemplo, Capps establece una correlación entre el concepto teológico de la fe con el binomio «identidad vs. difusión de la identidad» que según Erikson es la crisis psicosocial característica de la adolescencia; y entre el concepto teológico «comunión» con la crisis «intimidad vs. aislamiento» de la juventud, y así sucesivamente. Esto le permite hacer un diagnóstico teológico paralelo al psicológico.38
3. El modelo bíblico narrativo:39 En este método la persona aconsejada se identifica con alguno de los personajes de las muchas historias bíblicas. El objetivo del método es que la persona pueda «re-escribir» su historia personal a la luz de las Escrituras. Wimberly, el autor que propone este método, lo ilustra de la siguiente manera. Uno de sus aconsejados, llamado Restin, era un joven adulto que llevaba varios años batallando contra la adicción. En su niñez, Restin había tenido una experiencia traumática que le había llevado a pensar que estaba endemoniado. El consejero utilizó la historia del Endemoniado Gadareno para indicarle a Restin que podía «re-escribir» su historia. Del mismo modo en que el Gadareno fue liberado de las legiones que lo atormentaban, Restin podía ser liberado de la adicción. Este método es particularmente útil en el contexto hispano, en el cual la mayor parte de las personas que se acercan a nosotros buscando consejería tienen cierto conocimiento bíblico. Del mismo modo, presenta varios elementos que bien pueden informar nuestra predicación.
Lamentamos que el espacio no nos permita profundizar en estos métodos y ofrecer los ejemplos necesarios para entenderlos a cabalidad. Esperamos, sin embargo, que estos apuntes sirvan para avanzar la discusión del tema en nuestro contexto y que las notas bibliográficas puedan guiar a aquellas personas que deseen continuar estudiando el tema.
Concluimos afirmando que la meta del cuidado y la consejería pastoral es liberar, capacitar y nutrir el crecimiento integral de la persona en el poder del Espíritu 40
Es nuestra oración que ese Espíritu de verdad y libertad continúe guiando nuestras intervenciones pastorales, en el nombre del Señor Jesucristo.
1 Donald S. Browning, «Introduction to Pastoral Counseling» en Clinical Handbook of Pastoral Counseling editado por Robert J. Wicks, Richard D. Parsons y Donald Capps (New York: Paulist Press, 1985), p. 6.
2 Esta es la tesis de Donald S. Browning en The Moral Context of Pastoral Care (Philadelphia:The Westminster Press, 1976), pp. 12-37, 91-130, passim.
3 Ibid, p. 97.
4Clyde J. Streckel. «Directions in Pastoral Counseling» en Clinical Handbook of Pastoral Counseling, op. cit., pp. 28 y 32.
5 Browning, «Introduction», p. 7.
6 Ibid, p. 11.
7 David J. Bosch, Witness to the World: The Christian Mission in Theological Perspective (Atlanta: John Knox Press, 1980), p. 17.
8 Esta es la tesis de Jürgen Moltmann en The Church in the Power of the Spirit: A Contribution to Messianic Ecclesiology (Minneapolis: Fortress Press, 1993), pp. 7-11.
9 En esta sección sigo la interpretación de Francis A. Schaeffer en Genesis in Space and Time:The Flow of Biblical History (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1972), pp. 85-101, passim.
10 Gerhard von Rad, El libro del Génesis (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1977), p. 110.
11 Browning, «Introduction», p. 12.
12 Samuel M. Natale, Pastoral Counseling: Refiections and Concems (New York: Paulist Press, 1977), p. 19-22, passim.
13 Para más información sobre este punto, desde una perspectiva pentecostal, véase a John Kie Vining. Spirit-Filled Counseling: A Preumascriptive Approach (New York: Cummings and Hathaway Publishers, 1995), pp. 83-120, passim; y a Samuel Soliván, «Setting the Captive Free: Theological Grounding for Pastoral Counseling» en Pentecostal Caregivers: Annointed to Heal (New York: Cummings and Hathaway Publishers, 1995), pp. 130-131.
14 Pablo Polischuck, El consejo terapéutico (Barcelona: CLIE, 1994), p. 60.
15 Browning, «Introduction», p. 8.
16 En su libro La práctica de aconsejar (Barcelona: CLIE, 1984) p. 201, Jay E. Adams afirma que todos los problemas «psicológicos» son en realidad manifestaciones de enfermedades fisicas o manifestaciones de las consecuencias del pecado de la persona aconsejada. Dice Adams: «La Biblia sabe que sólo hay dos categorías de causas para la conducta estrafalaria:
1) causas orgánicas, 2) causas no orgánicas. Las causas orgánicas pueden ser hereditarias o adquiridas por medio de accidentes, destrucción tóxica de células cerebrales, etc. Algunos pero no todos los problemas orgánicos pueden ser debidos al pecado del individuo (por ejemplo: el abuso de drogas que pueden alterar el funcionamiento normal del cuerpo). Por otra parte, los problemas no orgánicos están representados en las Escrituras como procedentes del pecado del aconsejado. No hay una tercera categoría neutral o una subcategoría que permita dificultades no orgánicas por las cuales el aconsejado no pueda ser considerado responsable personalmente.»
17 Vining, op. cit. p. 103.
18 Polischuck, op. cit., p. 217.
19 Esta frase fue acuñada por James M. Gustafson, en su artículo «The Church: A Community of Moral Discourse» recogido en la colección titulada The Church as Moral Decision- Maker(Philadelphia: Pilgrim Press, 1970), pp. 83-95.
20 Ibid, p. 84.
21 Browning, The Moral Context, p. 99.
22 Howard Clinebell, Asesoramiento y consejo pastoral: Un modelo centrado en la salud integral y el crecimiento (Buenos Aires: Nueva Creación, 1995), p. 30.
23 Ibid, pp. 29-31.
24 Ibid, p. 33. Véase también, Larry Graham, Care of Persons, Care of World (Nashville:Abingdon Press, 1991) Stephen Pattison, Pastoral Care Theology (Cambridge: Cambridge University Press, 1994).
25 Streckel, op. cit., p. 35.
26 Vining, op. cit, p. 108-109.
27 Soliván, op. cit, p. 131.
23 Charles V. Gerkin, «Interpretation and Hermeneutics, Pastoral» en Dictionary of Pastoral Care and Counseling, Rodney J. Hunter, Editor General (Nashville: Abingdon Press, 1990), p. 591.
29 Ibid, p. 592.
30 Vining, op. cit, p. 119.
31 Donald Capps, «The Bible's Role in Pastoral Care and Counseling: Four Basic Principles» Journal of Pastoral Counseling 3:4 (Winter, 1984):5-15. Véase, además, su artículo «Bible, Pastoral use and Interpretation of», en Dictionary of Pastoral Care and Counseling, Rodney J. Hunter, Editor General (Nashville: Abingdon Press, 1990), p. 82-84.
32 Gaylord Noyce, The Minister as Moral Counselor (Nashville: Abingdon Press, 1989) p. 62.
33 Ibid, pp. 65-67.
34 Sobre el papel transformador de las Escrituras, desde un punto de vista pentecostal, véase a Soliván, op. cit., pp. 124-125.
35 Donald Capps, «Biblical models in Pastoral Conseling» Pastoral Psichology 28:4 (Summer 1980):252-264. Véase, además, su libro sobre el tema Biblical Approaches to Pastoral Counseling(Philadelphia: Westminster, 1981).
36 Donald Capps, Pastoral Care: A Thematic Approach (Philadelphia: The Westminster Press, 1979).
37 Ibid, p. 112.
38 Ibid, p. 114.
39 Edward P. Wimberly, Using Scripture in Pastoral Counseling (Nashville: Abingdon Press, 1994). El método de Wimberly presupone la teoría expuesta por Donald Capps en Refraiming:A new Method of Pastoral Care (Minneapolis: Fortress Press, 1990).
40 Clinebell, op. cit., p. 29.
Este artículo fue publicado originalmente en:
Schipani, D. S. J., Pablo A. (1997). Psicología y consejo pastoral : Perspectivas hispanas (26). Decatur, Georgia.: Libros Asociación para la Educación Teológica Hispana.
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