La Misión de la familia

 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quién no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”. Romanos 10: 13-15

INTRODUCCIÓN

La palabra misión viene de la palabra latina misio y significa “acción de enviar, poder que se da a un enviado para hacer algo”.

  1. El punto de partida de la misión es nuestra casa, o sea, nuestro hogar. No tenemos autoridad para predicar a los de afuera si no estamos dando testimonio a los de adentro.

  2. No podemos ir hasta lo último de la Tierra, si nuestra propia Jerusalén todavía no fue impactada con el poder del evangelio.

  3. No podemos predicar a los extraños, si primero no hicimos conocido el evangelio en nuestra propia familia.

  4. Cuando Jesús liberó y sanó al endemoniado gadareno, su primer campo de acción fue su familia; en otras palabras, la ganancia de almas y la evangelización comienza primero en el hogar.

  5. Nuestra familia, nuestra parentela, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestra ciu- dad, deben ser la primera área que debemos alcanzar por el evangelio.

I. LA FAMILIA, EL PRIMER CAMPO MISIONERO

Al analizar la historia del pueblo de Dios en el pasado, encontramos hechos intrigantes, por ejemplo:

a. La generación que salió de Egipto murió en el desierto.

b. La generación que nació en el desierto entró en la tierra prometida.

c. La generación que nació en la tierra prometida ya no conocía a Dios. Jueces 2:10 “Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel”.

Lo que presenciamos aquí es el hecho de que, en la tercera generación, los hijos de Israel olvidaron las enseñanzas que Moisés dejó en Deuteronomio 6:6-9

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.

“La educación y preparación de sus hijos para que sean cristianos es el servicio de carácter más elevado que los padres puedan ofrecer a Dios. Es una obra que demanda un trabajo paciente, y un esfuerzo diligente y perseverante que dura toda la vida. Al descuidar este propósito demostramos ser mayordomos desleales. Dios no aceptará ninguna excusa por tal descuido” (PVGM, 153).

Antes de abrir el mensaje del cielo, necesitamos ver algunos detalles:

- Los padres de hoy, la mayoría de las veces, pasan más tiempo en el gimnasio que con el hijo en los brazos o sobre sus rodillas.

- Dedican más tiempo al centro comercial que el tiempo que dedican a enseñarles a los hijos sobre Dios; la educación cambió mucho en los hogares de la Iglesia.

- Necesitamos de padres y madres más piadosos:

a. Que lloren más

b. Que clamen más

c. Que visiten a sus hijos en las madrugadas para orar al lado de su cama.

“La madre no solo es la persona más importante, sino también el personaje central del desarrollo del niño” (Papalia).

“Comprenda ella [la mujer] el carácter sagrado de su obra” (HC, 206).

“Un ángel no podría pedir una misión más elevada” (HC, 206).

“Mediante un fiel trabajo doméstico, se sirve al Señor tanto, o aun más, que al enseñar la Palabra. Tan ciertamente como lo son los maestros en la escuela, los padres y las madres deben considerarse como educadores de sus hijos” (HC, 211).

San Agustín “invitó a los padres de familia a ejercer un ministerio sacerdotal en sus hogares”. 

Crisóstomo: “desafió a los cristianos a hacer de sus casas una iglesia”.

1. El hogar es el primer, el mayor y el más importante campo misionero. También es el lugar donde tenemos más motivación, más libertad y más oportunidad de predicar el evangelio.

“Ser misionero en su propia casa tiene la misma importancia que ser misionero en tierras lejanas”.

2. El hogar es el primer campo misionero. Pues no es justo que usted salga de su casa para predicar a otros, sin antes haber anunciado el evangelio a los de su propia familia.

a. Ellos deben ser los primeros en oír su testimonio sobre Jesús.

b. Deben conocer el amor transformador de Jesús.

c. Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

d. Los padres deben dedicar tiempo a enseñar a sus hijos sobre el reino de los Cielos.

“El hogar es la primera escuela del niño y allí deben echarse los cimientos de una vida de servicio” (MC, 311).

“El primer gran negocio de su vida es ser misionera en casa” (4TI, 139).

La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar. [...] El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar” (MC, 269)

3. El hogar es el mayor campo misionero que existe. En una investigación, alguien descubrió que el 85% de los misioneros, como pastores y líderes de iglesias, habían aceptado el evangelio a tierna edad.

  1. La familia es el granero de la Iglesia de donde sale la mayor parte de sus miembros.

  2. Son los hijos de cristianos quienes constituyen la mayor parte de los líderes.

  3. Son también los que tienen la mejor participación financiera de la iglesia.

4. Por lo tanto, sin una familia cristiana evangelizada, consagrada y santificada, no tendríamos una iglesia pujante y fervorosa.

“La mejor preparación para trabajar lejos, los misioneros del Maestro la reciben en la familia cristiana donde se teme y se ama a Dios, donde se le adora y la fidelidad ha llegado a ser una segunda naturaleza, donde no se permite desatender desordenadamente a los deberes domésticos, donde la serena comunión con Dios se considera esencial para el fiel cumplimiento de los deberes diarios” (HC, 29).

Por eso, los niños en su tierna edad necesitan ver en sus padres hombres y mujeres que tienen intimidad:

1) Con la oración; 2) Con la lectura de la Biblia; 3) Mayor dependencia de Dios; 4) Amor por las almas; y 5) Amor por la Iglesia.

II. LA MISIÓN DE LA FAMILIA EN LA COMUNIDAD

“Visitad cada familia y conoced su condición espiritual. [...] Si los profesos cristianos se hubieran empeñado en este trabajo desde el momento cuando sus nombres fueron por primera vez inscriptos en los libros de iglesia, no habría ahora una incredulidad tan difundida [...] Si cada miembro de iglesia hubiera procurado iluminar a otros, miles de miles hoy día estarían con el pueblo que observa los mandamientos de Dios” (MB, 75).

Nuestro barrio, nuestra comunidad, debe ser el mejor lugar para iniciar una gran acción misionera. Por increíble que parezca, existen en nuestra comunidad cientos y miles de personas que necesitan con urgencia que alguien las encuentre para ser conducidas al reino de los cielos.

Nuestra comunidad es en verdad un buen campo misionero, por eso necesitamos encontrar los medios de llevarlos a Cristo.

Tipos de enfoques misioneros entre los vecinos

1. Invitaciones sinceras y amorosas

Las personas que serán contactadas necesitan ver en el discípulo los rasgos de Cristo. En 2 Reyes 4:9, leemos: “Y ella dijo a su marido: ‘He aquí ahora, yo entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios”.

2. Ayuda a la comunidad

Salmo 41:

“Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, y le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad.

“Los seguidores de Cristo han de trabajar como él obró. Hemos de alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y consolar a los dolientes y afligidos” (DTG, 316). 

3. Oración intercesora

Tenemos en nuestras manos, una de las mayores fuerzas que un cristiano podría imaginar, la oración. Juan 17:12: “[...] y ninguno de ellos se perdió [...]”.

“Los miembros de iglesia deben hacer trabajo evangélico en los hogares de sus semejantes que aún no han recibido plena evidencia de la verdad para este tiempo. La presentación de la verdad con amor y simpatía, de casa en casa, está en armonía con la instrucción que Cristo dio a sus discípulos cuando los envió en su primera gira misionera” (El ministerio de la bondad, p. 74).

4. Sembrando con literatura

Apocalipsis 14:6

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”.

Biblia – libros – folletos – cd y afines.

“Dios no solamente pide vuestra caridad sino vuestro semblante alegre, vuestras esperanzadas palabras, el apretón de vuestra mano. Aliviad a algunos de los afligidos de Dios. Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles la luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad por ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna medicina curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presente para impresionar los corazones humanos” (MB, 75).

CONCLUSIÓN

La familia que ya recibió la salvación siempre buscará una oportunidad para hablar de Cristo a sus parientes y vecinos. Pero no debemos olvidar el fortalecimiento espiritual de nuestra familia, a través del culto de familia, la enseñanza de la Biblia y la asistencia regular a la iglesia y a los trabajos de la Iglesia. De esa forma, podremos afirmar como Josué: “Yo y mi casa serviremos al Señor”, o como Isaías 6:8: “Después oí la voz del Señor, que decía: ‘¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?’. Entonces respondí yo: ‘Heme aquí, envíame a mí’”.

Como escribió la Sra. White, “el verdadero discípulo nace en el reino de Dios como un misionero”. Veamos el ejemplo de Jeremías 1:6 y 7: “Y yo dije: ‘¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño’. Y me dijo Jehová: ‘No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande’”

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