La Iglesia y el hogar

Texto Base: “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” Mateo 12:50.

INTRODUCCIÓN

El tema de Miércoles de poder de este año es “El santuario del hogar”. No podemos considerar los diferentes aspectos de la vida en familia sin incluir las relaciones de ella con la familia de la iglesia.
Ya estudiamos un poco aquí sobre la relación de los cónyuges y de los padres con los hijos, pero sabemos que las relaciones de la familia no están limitadas al hogar; también incluyen la familia por extensión, tanto de sangre como de fe.
Dios nos puso en el mundo como una fuerza influenciadora, por lo tanto, también necesitamos preocuparnos por los que están a nuestro alrededor.
Leamos Mateo 12:46-50. En ese incidente, Jesús no tenía como propósito enseñarnos a no tener en cuenta a los miembros de la familia, sino ayudarnos a entender que las relaciones con personas que tienen principios semejantes, son esenciales para nuestro fortalecimiento espiritual.
Entonces, las personas que están en el patio del santuario son nuestros hermanos y hermanas de fe, nuestra comunidad en la iglesia. ¿Cómo debe relacionarse la familia con la comunidad de la iglesia?

I. LA PREPARACIÓN PARA LA IGLESIA COMIENZA EN EL HOGAR

En la comunidad de la iglesia y en la interacción con sus miembros, la familia debe encontrar un ambiente seguro para que sus hijos interactúen con personas que busquen y tengan los mismos objetivos. Ella debe ser un refugio para los hijos contra las influencias negativas del mundo allá afuera. Esa protección no es solo una protección física, sino mental y espiritual.
Las actividades de las cuales la familia participa en la iglesia necesitan ser diferentes de las actividades que el mundo ofrece y deben promover el desarrollo espiritual. Pero, el simple hecho de ser miembro de la iglesia no hará que esta sea una protección. La protección ocurre con la participación de nuestros hijos en sus actividades y en el conocimiento y práctica de sus enseñanzas. Para que esto suceda, es necesaria una preparación en el hogar. Cuando en el hogar se realizan los cultos matutinos y vespertinos, los niños obtienen la preparación para apreciar los cultos de la iglesia. Cuando se estudia la lección de la Escuela Sabática en el hogar los niños desean ser parte de la Escuela Sabática en la iglesia, porque están familiarizados con el asunto estudiado y pueden participar y contribuir de alguna forma. Cuando existe una atmósfera de misión en el hogar, y la familia ayuda a sus vecinos y conocidos, el niño se prepara y tiene el deseo de participar de las actividades misioneras de la iglesia. Cuando el niño aprende colaborar con las tareas diarias del hogar, tendrá una disposición de colaborar en la iglesia, siendo una ayuda y desarrollándose dentro de un ministerio.
“El hogar es una escuela donde todos pueden aprender el comportamiento en la iglesia. Cuando todos sean miembros de la familia real, habrá verdadera cortesía en la vida familiar. Cada miembro de la familia procurará hacerla agradable para los otros miembros. Los ángeles de Dios, que ministran a los que serán herederos de salvación, os ayudarán a hacer de vuestra familia un modelo de la familia celestial. Haya paz en el hogar, y habrá paz en la iglesia. Esta preciosa experiencia llevada a la iglesia será el medio para crear un afecto bondadoso mutuo. Cesarán las rencillas. La verdadera cortesía cristiana se verá entre los miembros de iglesia” (CN, 521).
Si la familia es una “iglesia” en el hogar en todo el sentido de la palabra, su influencia en la iglesia será una gran bendición. El hogar prepara a los hijos para ser una bendición en la iglesia, y la iglesia ayuda a completar el trabajo que los padres iniciaron en el hogar.

“Cada familia es una iglesia en la que presiden los padres. La primera consideración de los padres debiera ser trabajar por la salvación de sus hijos. Cuando el padre y la madre, como sacerdote y maestra de la familia, toman su posición plenamente del lado de Cristo, se ejercerá en el hogar una buena influencia. Y esta influencia santificada se sentirá en la iglesia y será reconocida por cada creyente. Debido a la gran falta de piedad y santificación en el hogar, se estorba grandemente la obra de Dios. Nadie puede llevar a la iglesia una influencia que no ejerce en su vida familiar ni en sus relaciones comerciales. […] El mundo tomará nota de que ellos han estado con Jesús y han aprendido de él. ¡Qué impresión haría la iglesia en el mundo, si todos los miembros vivieran vidas cristianas! (CN, 521).

¡Qué responsabilidad tiene la familia sobre la iglesia!
Muchas veces vamos a la iglesia y esperamos que sea una influencia para nuestro hogar, pero olvidamos que la iglesia está formada por familias. La iglesia es un resultado de lo que nosotros somos en el hogar. Y el grupo de familias que forma la iglesia se torna una influencia en la comunidad.
Si las familias están lejos de Dios se reflejará negativamente en la iglesia, la iglesia será débil.
Si las familias están buscando a Dios en una comunión diaria, la iglesia estará fortalecida y sus proyectos tendrán éxito para con los de afuera.

II. LA IMPORTANCIA DE PARTICIPAR DE LA IGLESIA

La integración de la familia con la comunidad de la iglesia es sumamente importante.
Algunos hoy argumentan que no es necesario pertenecer a una iglesia. Alegan que la iglesia es solo espiritual, que podemos mantener nuestra relación con Dios rindiendo culto solo en nuestros hogares o en la convivencia con otras familias, o alegan demás que existen muchos errores en la iglesia. Sin embargo, en Marcos 2:17, Jesús se identifica como un “médico” y dice que “los sanos no necesitan de médico, sino los enfermos”. Entonces, él declaró su misión: “No vine a llamar justos, sino pecadores”.
En muchos sentidos, la iglesia es como un hospital donde Jesús, el gran Médico, está sanando a las personas heridas por el pecado. Tal vez, no siempre sea un lugar agradable donde estar, especialmente cuando sufrimos con los problemas y dificultades de las personas, pero necesitamos estar en ella para nuestro crecimiento espiritual.
Muchas veces, los que están en la iglesia no captan las cosas de la misma forma que nosotros, y pueden hasta no tener exactamente los mismos principios, pero están buscando la salvación. Necesitamos aprender a enseñarles a nuestros hijos a amar a las personas que están luchando para mantenerse cerca de Jesús. La iglesia no es un lugar perfecto, así como un hospital no lo es, pero aun así es un lugar seguro contra las influencias del mal, y un lugar donde podemos desarrollar el amor y el servicio al prójimo.

III. LA COMUNIDAD DE LA IGLESIA ES UN LUGAR DE ARREPENTIMIENTO, CONFESIÓN Y ABANDONO DEL PECADO.


La comunidad de la iglesia es un lugar de arrepentimiento, confesión y abandono del pecado. Al participar de ella, necesitamos tener un corazón siempre sensible a la condición de nuestros hermanos. Debemos recibirlos con el deseo de ayudarlos a acercarse a Dios y a librarse de sus pecados. Debemos luchar en oración con nuestros hermanos y ayudarlos a tener un encuentro especial con Dios. Varios momentos en la iglesia nos dan la oportunidad de un recomienzo. Cuando las personas se bautizan o responden a llamados y consagran su vida a Dios, debemos celebrar con alegría ese acercamiento a Dios. Cuando nos reunimos para participar de la Santa Cena, por ejemplo, tenemos la oportunidad de participar de una gran fiesta espiritual en la cual lavamos los pies unos a los otros como un símbolo de una nueva purificación de los pecados que cometimos. La vida del cristiano en la comunidad de la iglesia está marcada por momentos de tristeza que produce el pecado y de la alegría de la salvación. No debemos ser prisioneros de los mismos pecados toda la vida; por el 34 | Miércoles de poder - 2020 - El santuario del hogar poder de Cristo, poco a poco podemos vencer nuestras debilidades y seguir rumbo al camino de la liberación del pecado. La iglesia es un lugar de purificación que produce alegría y paz al pecador que allí se encuentra con Dios y abandona su pecado. En la caminata cristiana no todas las personas van con el mismo ritmo. Mientras que algunos entran por la puerta, otros ya están pasando por las aguas bautismales, y otros ya están en un proceso más profundo de santificación. Una de las señales de que estamos alcanzando la madurez espiritual es saber convivir en el mismo lugar con personas que están pasando por esas diferentes etapas en la vida cristiana. 

CONCLUSIÓN 

¿Cómo podemos mejorar las relaciones de nuestra familia en la iglesia? ¿En qué áreas necesitamos hacer cambios? Hoy es el día de hacer esa evaluación, de pedir a Dios que transforme en nosotros todo lo que nos impide tomar parte activa en la iglesia. Necesitamos pedirle que ponga en nosotros y en nuestra familia amor por los pecadores, amor por los que están buscando a Cristo y un deseo de ver cada vez más personas que pasan por la puerta de la salvación en Cristo, confiesan sus pecados a Jesús y reciben el lavamiento de la poderosa sangre de Jesús. Lucas 15:7 dice que hay “más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. 
Que podamos regocijarnos con el Cielo cada vez que una persona entra por el patio de la iglesia en busca de salvación. Que podamos enseñar a nuestros hijos a amar a los que están entregándose a Cristo y pasando por el proceso de la conversión.

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