El secreto de la dicha conyugal
"Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto." Colosenses 3:14
INTRODUCCIÓN
Ver: http://revistaadventista.editorialaces.com/2016/02/25/por-una-familia-feliz/
1. El hogar es el ambiente natural y mas propicio para que florezca y fructifique la alegría.
a. No podemos ser felices solos.
b. Si consideramos que psicológicamente tenemos la necesidad de amar y ser amados comprenderemos fácilmente que una de las formas más sabias de asegurar el gozo individual es formando hogares sólidos que provean el ambiente adecuado para el desarrollo de la alegría.
2. Sin embargo, por paradójico que parezca, no es fácil alcanzar la dicha hogareña.
a. La Academia de Ciencias Morales y Políticas de París estudió el caso de 96.834 matrimonios y señala que solamente 17 de ellos eran felices.
b. ¿Cuál es la causa de tantos fracasos? Evidentemente no se trata de una razón sino de muchas, algunas de las cuales comentaremos.
3. Hay quienes piensan que la cultura puede asegurar la felicidad doméstica.
a. Personalmente siento un profundo respeto por las ciencia pero debe decir que el termómetro de la dicha hogareña no siempre concuerda con el de la cultura, ni con el de la capacidad intelectual.
b. Cuando penetramos en la intimidad de los grandes hombres de todas las épocas nos sorprendemos por la vida de hogar poco satisfactoria que tuvieron un porcentaje tan alto de ellos.
c. Sócrates orientó una corriente de pensamiento que llega hasta nuestros días, pero no pudo orientar satisfactoriamente las relaciones en su hogar, donde abundaban los momentos ingratos. Se cuenta que en una ocasión Jantipa, su esposa, comenzó a regañarle furiosamente. Era temprano. Como las cosas no mejoraban y Sócrates llegó a cansarse, salió de la casa. La mujer, hirviendo de enojo le arrojó desde una ventana una palanca de agua en la cabeza. Sócrates se detuvo, miró hacia arriba y así como estaba, mojado hasta los huesos dijo: - lo pensé enseguida. Después de tronar suele llover.
Lincoln, en el tiempo en que era abogado, realizaba largas giras rehusando volver a su hogar cuando otros colegas lo hacían, por las amarguras de su vida conyugal. Y esos problemas siguieron hasta su muerte.
d. León Tostoi, pensador y novelista ruso de gran talento, contrajo matrimonio y tuvo 13 hijos. Pero no fue feliz en su hogar. Su diario íntimo refleja la angustiosa tragedia de su matrimonio. Y así los ejemplos podrían llenar muchas páginas, pero no seguiremos con ellos para dar lugar a la enunciación de problemas específicos que debiéramos evitar y principios que haríamos bien en seguir.
I. LA INMADUREZ CONSPIRA CONTRA LA FELICIDAD CONYUGAL
1. Muchos hogares fracasan porque aquellos que contraen matrimonio llegan a este punto sin tener plena conciencia de lo que están haciendo.
a. Pierden de vista la solemnidad de esa unión y entran al tálamo nupcial con liviandad.
b. Creen que el matrimonio es una especie de contrato en el cual cada una de las partes arriesga lo mismo, y que podrán disolver frente a las desavenencias. ¿Es correcto pensar de este modo?
(1) No
(2) El hogar no debiera establecerse sobre las bases de un contrato que puede ser disuelto sino, sobre promesas de valor perpetuo, aún en medio de las dificultades que pudieran surgir.
(3) Pero no es suficiente que concibamos al matrimonio como un contrato para toda la vida. Cuando Dios lo estableció se proponía mucho más que hacer que un hombre y una mujer vivieran juntos para siempre. El Creador quiso proveer el ambiente de paz y amor en el que nacieran y creciesen los hijos. Quiso brindarnos la oportunidad de dar y recibir amor, produciéndose así la maduración de la personalidad.
2. Hace poco tiempo los diarios de Buenos Aires publicaron la noticia de un joven de 20 años de edad que castigó a su madre y la quemó con agua hirviendo porque ésta no le permitió azotar a su hijito. Esta reacción colérica habla de un carácter inmaduro no capacitado para ser cabeza de un hogar que, sin embargo, se formó.
3. Al hablar de inmadurez no nos referimos necesariamente a personas jóvenes.
a. En ese mismo día leí la noticia de una matrimonio de mayor edad que no supo encontrar una salida pacífica a sus desavenencias. El esposo tomó un garrote, su cónyuge lo imitó y se lanzaron el uno contra el otro encarnizado duelo. La esposa ganó la partida, aunque quedó con varias costillas rotas y muchas otras lesiones. Ambos están detenidos, y cuando el esposo salga del hospital – indicaba la nota periodística- pasarán a disposición del juez para dar cuenta de sus actos.
b. ¡Un caso extremo! Exclamarán muchos. Admito que es así.
c. Con todo la misma inmadurez – aunque se manifieste con menor ferocidad – está asfixiando a muchos matrimonios de la actualidad. Si no, pesemos en los gritos airados, portazos, respuestas intempestivas, bruscas represalias que no guardan relación con la magnitud de los hechos, etc.
4. Al hacer un análisis de los motivos que llevan a los matrimonios a discutir, tendremos que reconocer que en el fondo de la mayoría de las disputas hay pequeñeces.
a. Tiene en su libro El Arte de Vivir narra el caso de Felipe y Catalina.
Una noche estaban en su salita y vieron cruzar un ratón. Ambos se preguntaron de dónde pudo salir. - Entró por aquí – dijo Felipe. - No, fue por este lado – replicó Catalina. - ¡Te digo que vino de esta dirección! - ¡No, yo lo vi llegar de allá! La disputa se agrava rápidamente hasta el punto en que la velada termina en una atmósfera cargada de electricidad, y ambos esposos no se dirigen la palabra por varios días. Felizmente, la escena se produjo pocos días antes de año nuevo, y como es el momento de los nuevos comienzos, es necesario arreglar las cosas.
Felipe rompe el silencio y dice: - ¡Vamos, Catalina! No debemos pasar así el día de año nuevo. Hagamos las paces, ¿Quieres? Se confunde en un conmovedor abrazo, y mientras Catalina se seca las lágrimas por encima del hombre Felipe, agrega: - Pero recuerda que el ratón vino de esta lado, ¿sabes? - ¡Oh no! Te aseguro que fue por este otro lado. Y la disputa se reanuda.
b. Los dos esposos riñen por una insignificancia. Como no han madurado lo suficiente en sus personalidades se dejan llevar por el amor propio y se niegan a ceder. No es pues extraño que sea molesto vivir en esa casa, y tal vez resulta imposible con el tiempo. c. Joseph Sabath, magistrado de Chicago, después de actuar como árbitro en más de 40.000 matrimonio desgraciados, declaró: “En el fondo de la mayor parte de la infelicidad matrimonial, hay trivialidades”.
(1) Sin duda que esta hombre estaba autorizado a decir esas palabras pues tenía abundante material ante sí como para emitir juicio.
(2) Muchos otros, con igual experiencia, nos mencionan que aquellos que recurren al divorcio para solucionar sus diferencias conyugales y luego concretan otra unión, no son felices. La misma inmadurez que los llevó a ser incapaces de estabilizar el primer matrimonio, lleva al derrumbe el siguiente intento.
d. Sin duda expresa mucha sabiduría aquel proverbio español que dice: “En el matrimonio es preferible la peor tormenta al naufragio”
II. EL PRIMER PASO DE LA SOLUCIÓN: CRECER EMOCIONALMENTE
- Pues bien – dirá alguien -, ¿qué debo hacer ahora para solucionar los entredichos con mi cónyuge?
1. Lo esencial, en caso de disputa es dar prueba de buena voluntad y tener un ánimo perdonador.
2. Hasta me animaría a decir que nos conviene imitar lo que sucede en el Dahomey en ocasiones semejantes. Los esposos enojados se sientan en un extremos de la choza. Luego de un momento uno de ellos – las malas lenguas dicen que es el esposo – se levanta y se pasea de arriba abajo repitiendo: - ¡Soy un imbécil, soy un imbécil! Ambos se reúnen en el centro de la choza y repiten en diversas ocasiones: - ¡Somos unos imbéciles!
a. Una vez de acuerdo acerca del primer punto es fácil entenderse respecto a los demás, y la disputa cesa.
b. Usted y yo no vivimos en el Dahomey y sin duda no somos lo que ellos dicen ser. Pero a veces, cuando pienso en todas las cosas hermosas de la vida de hogar que destruimos, me pregunto si los que nos contemplan no estarán pensando que nos parecemos un poco.
3. Antes de tomar decisiones trágicas y definitivas valdría la pena que probáramos como resultado el ponernos en lugar de nuestro cónyuge, reconocer nuestros defectos y estar dispuestos a perdonar. Con toda seguridad que el resultado se verá en la solución de lo que nos había parecido un callejón sin salida
4. Debemos crecer emocionalmente para evitar una de las razones frecuentes por las que surgen dificultades que es la pérdida gradual del respeto mutuo entre los cónyuges que, como resultado lógico, culmina en la falta de respeto entre padres e hijos.
a. La mejor manera de no caer en esta situación es evitar la primera reyerta.
b. Una vez que ésta se ha producido, las siguientes tendrán lugar con más facilidad, pues ya existe cierto grado de desvalorización de la institución matrimonial como del compañero.
5. Evidentemente no todos los lectores serán recién casados, muchos estarán buscando una solución feliz a una vida conyugal llena de agrias dificultades. Los tales tendrán que poner de su parte mucha buena voluntad y ejercer renunciamiento.
6. Conocí al Dr. Santiago A. Chichizola a raíz de un ciclo de conferencias que dicté en Flores Buenos Aires. Este prominente médico que fue por más de 20 años director del Hospital Alvarez de Buenos Aires me narró un incidente que ilustra nítidamente lo que queremos decir. Una señora sencilla entrevistó a una curandera para pedirle que realizara algún maleficio o encantamiento para dominar a su esposo, quien acostumbraba beber y castigarla brutalmente. Luego de dar toda su información, la atribulada mujer vio que en medio de una especie de ritual misterioso la curandera llenaba un frasco oscuro de cierto líquido y le decía: - Este frasco contiene agua milagrosa. La próxima vez que su marido venga con amenazas e injusticias, usted tendrá que llenarse la boca de agua milagrosa y mantenerla allí todo el tiempo que pueda. No la trague ni la arroje. Cuanto más tiempo la conserve en la boca mayor, poder tendrá sobre él. Ya verá como lo domina completamente. A poco de regresar a su domicilio pudo poner a prueba la receta. El esposo abrió la puerta visiblemente alterado y con voz áspera comenzó a recriminar; a amenazar, mientras alzaba sus puños crispados; a proferir gruesos insultos. Frente a ese cuadro la infeliz esposa extrajo de entre sus ropas el frasco y llenó su boca con el “agua milagrosa” en su boca durante varios minutos, y finalmente vio que las palabras fueron cada vez menos duras; la agresividad fue disminuyendo; las frases fueron cada vez más serenas y entre palabras entrecortadas aparecieron las primeras excusas. Luego un silencio largo y finalmente llegó la calma. Recién entonces desocupó la boca del “agua milagrosa” que le dio tan sorprendente resultado, pues cada vez que quiso contestar – y los impulsos eran como para utilizar el mismo tono que su esposo – encontró que no podía hacerlo sin tragar o arrojar el agua. Y como “un perrito solo no puede pelear”...
a. Conté esta anécdota cuando en cierta oportunidad disertaba sobre la felicidad en el hogar. Sugerí a los asistentes que aplicaran la moraleja. En medio del auditorio, sonrientes, escuchaban mis padres, quienes llevaban ya casi medio siglo de casados. Días después los visité y mientras besaba a papá le pregunté cómo marchaban las cosas. - y ya lo vez, hijo – contestó-, con el frasquito en el bolsillo.
b. Yo no soy curandero y no creo en ellos. Pero se me ocurre que algunos de nosotros debiéramos pensar en la posibilidad de aplicar de algún modo esta receta, ¿verdad?
"Hermanos, si viven añadiendo gracia a la gracia, Dios multiplicará en ustedes su gracia. Cuando ustedes añadan, Dios multiplicará. Si retienen en sus mentes que Dios ve y oye todo cuanto hagan o digan y lleva un fiel registro de todos sus actos y sus palabras, de los cuales ustedes serán hechos responsables, entonces, en todo cuanto hagan y digan querrán seguir los dictados de una conciencia iluminada y despierta. Usarán la lengua para gloria de Dios y serán una fuente de bendición para ustedes y los demás. Pero si, tal como han hecho hasta ahora, se separan de Dios, tengan por seguro que, cuando menos, su lengua será un mundo de iniquidad y traerá sobre ustedes temible condenación, porque ustedes habrán sido la causa de la perdición de muchas almas". 4TI, 240.
7. Omito voluntariamente en este capítulo las consecuencias que produce en los hijos la ruptura del vínculo matrimonial pues será tratado al hablar de la delincuencia juvenil. Sin embargo será bueno decir claramente que el hombre o la mujer que buscan solucionar sus diferencia conyugales por vías del divorcio deben pensar antes que tienen una responsabilidad contraída con los hijos: ante ellos, ante la sociedad y ante el Creador. Si en las decisiones no están incluidos los intereses reales de los hijos estaríamos frente a un acto egoísta que no traerá alivio y menos todavía felicidad. Dondequiera procuráramos formar un nuevo hogar, nos perseguiría la sombra de esos pequeños.
III. EL AMOR QUE DA CRECIMIENTO EMOCIONAL, CREA LA FELICIDAD CONYUGAL
1. Hamilton enumera lo que considera son elementos necesarios para un hogar dichoso. Lo expresa así: “Seis requisitos son necesarios para un hogar feliz. La integridad debe ser el arquitecto y el ánimo el tapicero. Debe ser entibiado por el afecto, alumbrado por la alegría, y la laboriosidad debe ser el ventilador que renueve la atmósfera y traiga nueva salud; en tanto que, sobre todo, como pabellón protector y de gloria, nada será suficiente excepto la bendición de Dios.
2. Es probable que alguno se pregunte por qué incluimos a Dios al hablar del matrimonio. La respuestas es clara: porque la experiencia demuestra que así debe ser.
a. Suele decirse que para el matrimonio se necesitan dos seres: un hombre y una mujer. Me resultó muy sabia la declaración de monseñor Tihamer Toth: “En realidad se necesitan tres: un hombre, una mujer... y Dios”
b. Pese a que en los Estados Unidos de cada tres enlaces se produce un divorcio, se comprobó que de entre las familias que asisten asiduamente a los cultos religiosos sólo se divorcian uno de cada cincuenta matrimonios. O sea, apenas el dos por ciento. Esa es la diferencia que existe entre el hogar donde se practican los principios cristianos y el que los tiene olvidados.
3. Por último quiero decir que para que la alegría reine en el hogar éste debe estar fundado en el amor.
a. Hay quienes formalizan el compromiso matrimonial por intereses de orden material y luego lloran por no haber encontrado la felicidad que esperaban;
b. Otros llegan al matrimonio por la fuerza de las pasiones, que se desvanece cuando se marchita la belleza física, y todavía antes, al desaparecer el deslumbramiento inicial.
c. Severo Catalina expresó: “El matrimonio es un magnífico alcázar que no tiene más que una puerta: el amor”
d. Y cuando decimos amor no nos estamos refiriendo a un arrobamiento, a una actitud mística, ni tampoco al fuego impetuoso de las pasiones.
e. Hablamos de ese principio inspirado en el carácter sublime del Hacedor. Un principio rector de la vida que nos lleva voluntariamente al respeto de la personalidad ajena y al desprendimiento, al renunciamiento sin segundas intenciones ni malicia, en bien del ser amado.
4. El amor es tan necesario para mantener el hogar como lo fue en el momento en que éste se constituyó.
a. A través de los años los cónyuges debieran buscar la forma de cultivarlo a fin de mantener su lozanía inicial.
b. El esposo debiera mantener el trato cortés y las consideraciones que tenía hacia su esposa cuando eran novios y le prometía amor eterno. Recuerde que bajo esa promesa usted la llevó de casa de sus padres para hacerla su esposa. Cuando usted unió su vida a la de ella recibió el producto de los sacrificios e ilusiones de un padre; de los desvelos y esfuerzos que durante años brindó una madre que soñaba con la felicidad de la que hoy es su esposa. Y usted tomó a esa niña de casa de esos padres con la promesa de amarla toda la vida. No olvide nunca eso.
c. Cuando lleguen fechas especiales o aniversarios, tráigale un presente, como lo hacía antes.. y aunque no hubiera fechas especiales, cualquier día es propicio para la galantería y el reconocimiento de los esfuerzos de una buena esposa.
d. Sus hijos aprenderán el ejemplo y les resultará natural y agradable amar y respetar a la madre. Ellos recordarán siempre con respeto y gratitud el trato considerado que usted tenga para con ella.
5. Carlyle, después de muerta su esposa, escribió en su diario: “¡Oh, si supiera verla otra vez para decirle que siempre la amé! ¡Oh, qué pena! ¡Ella nunca lo supo!
a. Muchas esposas están sedientas de manifestaciones de amor por parte de sus esposos y como la compañera de Carlyle descienden a la tumba sin haberlo percibido en el trato cotidiano.
6. Lo mismo suele ocurrir con esposos que no tienen la dicha de ver a sus esposas empuñar las agujas que tejen la felicidad doméstica.
a. Cuando veo a 200 hombres solos, sentados en un salón público, pienso: aquí hay 200 pobres hombres que no saben lo que es el compañerismo en el hogar.
b. Una prestigiosa revista publicó en cierta oportunidad una nota interesante. Se titulaba “¿Cómo trata usted a su perrito?”. Toda la página estaba llena de fotografías que ilustraban el trato cariñoso que una señora brinda a este animal: cómo lo peina, lo acaricia, le da de comer, se preocupa por sus paseos, etc. etc. Al dar la vuelta la hoja se leía: “Trate así a su marido”
c. Un esposo tratado de esa manera no tendrá mucho interés en salir del hogar. d. Cuando el siente que se lo quiere, que se lo trata como un rey, termina por quedar como un esclavo voluntario.
CONCLUSIÓN:
Apreciados amigos, que Dios bendiga a cada familia presente. Cultivemos el amor a fin de que el hogar sea el reino del padre y la madre y sea el paraíso de los hijos.
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