El círculo sagrado de la familia

 Texto base: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).


INTRODUCCIÓN 
Durante este año, en los Miércoles de poder, estamos estudiando el tema del santuario del hogar. El primer círculo sagrado del hogar es la relación del matrimonio, como vimos en el último culto, y el segundo círculo es la familia inmediata: padres e hijos. Ese círculo de la familia es extremamente importante, y para que proteja a la familia, depende del buen funcionamiento del primer círculo: la relación del matrimonio. Cuando el matrimonio vive una vida de íntima comunión con Dios, el círculo más externo de la familia se beneficia. Lo contrario también es verdad: si el matrimonio no desarrolla una intimidad fuerte con Dios, toda la familia sufre. Sin embargo, el círculo de la familia es más amplio que el círculo del matrimonio, porque incluye a más personas, temperamentos diferentes, más actividades y, como consecuencia, alcanza una esfera de influencia todavía mayor. Por esa razón, se le debe dar mayor cuidado y atención, especialmente, porque de ese círculo se formarán nuevos centros de influencia, pues, cuando cada hijo crezca, constituirá su propio hogar. 

I. EL SACERDOCIO REAL 

En el texto bíblico de hoy vemos que fuimos llamados a ser parte del sacerdocio real. En el santuario de Israel, la tribu de Leví fue consagrada para ejercer funciones especiales, sin embargo, solo Aarón y sus descendientes fueron consagrados para ministrar dentro del lugar santo (vea Números 3:10). ¿Por qué será que Dios escogió a propósito una familia específica para el sacerdocio? Posiblemente porque ellos tenían las calificaciones necesarias, y porque Dios sabía que sería mucho más fácil que los futuros sacerdotes mantuvieran principios sólidos por ser una familia dedicada a esa función y que recibiera una educación que los preparaba para ese ministerio. Como dice nuestro texto base (1 Pedro 2:9), Dios todavía escoge familias para el sacerdocio real, para ser su propiedad exclusiva y para cumplir una misión especial en estos últimos días. Cuando el secularismo del mundo está terminando con las familias, Dios tiene el propósito de restaurarlas para una función especial en el momento en que vivimos. El libro El hogar cristiano, p. 156 dice que: “El círculo del hogar debe considerarse como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometernos en la vida del hogar. Debe experimentarse un fuerte sentido de propiedad, que cree una impresión de comodidad, confianza y reposo”. Una de las maneras de desarrollar ese sentimiento de propiedad de la familia es saber valorar las relaciones en la familia y equilibrar las relaciones externas. 

II. EL CÍRCULO SAGRADO DEL HOGAR 

Para mantener protegido el círculo sagrado del hogar hay tres áreas importantes que deben ser desarrolladas en la familia:  

1. MANTENER UNA COMUNICACIÓN ABIERTA 
Muchas familias pasan por dificultades en sus relaciones simplemente porque no tienen tiempo para conversar, dialogar y escuchar lo que sus miembros tienen para compartir. Los niños necesitan mucho de la atención de los padres y son muy sensibles a la falta de atención. Cuando crecen en un ambiente de apatía, terminan distanciándose de los padres y sustituyéndolos por otras relaciones. Al mantener una buena comunicación con los hijos es importante recordar que cada uno de ellos necesita una atención individual. Los padres necesitan encontrar algunos momentos diariamente para relacionarse con cada hijo, escuchar lo que tiene que decir y descubrir sus gustos y sueños. Deben participar de sus actividades, dirigirlos hacia buenos propósitos y ayudarlos a conquistar sus objetivos. Cuando los padres se toman tiempo para estar con los hijos, estos tienen más disposición para oír los consejos y las enseñanzas que los padres tienen para compartir. 

2. DESARROLLAR LA CULTURA DE LA FAMILIA 
Mantener el círculo sagrado de la familia también lo ayuda a desarrollar su propia “cultura”, o sea, sus reglas, su dinámica y sus valores. Y esto es más fácil de alcanzar sin la interferencia de otros. Cuando los hijos saben que en su hogar algunas actividades se practican por principios y otras no, es más fácil aceptar ser diferentes de los compañeros cuando están presionados a hacer algo que no está de acuerdo con esos principios. Esa “cultura” de la familia se torna, entonces, una protección a su alrededor. En las circunstancias más adversas, los padres pueden estar tranquilos en cuanto al comportamiento de los hijos cuando desarrollan en ellos esa cultura familiar. “Una familia en cuyo seno se manifiesta amor a Dios y de los unos por los otros, cuyos miembros no se irritan, sino que son pacientes, tolerantes y amables, es un símbolo de la familia celestial. Sus componentes comprenden que son parte de la gran familia del cielo. Mediante las leyes de dependencia mutua se les enseña a confiar en la gran Cabeza de la iglesia. Si uno de sus miembros sufre, todos los demás sufren. El sufrimiento de uno entraña el sufrimiento de los otros. Esto debiera enseñar a la juventud a cuidar de sus cuerpos, a obrar por la preservación de la salud, porque cuando sufren a causa de la enfermedad, toda la familia sufre” (Alza tus ojos, p. 31). 

3. VALORIZAR LA FAMILIA 
Muchas familias están siempre involucradas en actividades con otros, y pocas veces hacen actividades solo con los miembros de la familia. Existen por lo menos dos peligros en esa actitud: primero, el de transmitir a los hijos que su compañía no es tan agradable como la de los otros. Y rápidamente los hijos aprenden y adoptan esa postura en su vida. Como familia, necesitamos valorar a los que están más cerca de nosotros, que nos contienen y nos apoyan más en las dificultades. Los compromisos de la familia necesitan tener una importancia mayor que los compromisos con otros. 

ILUSTRACIÓN: 
Cierta vez, una joven invitó a su amiga a ayudarla en un proyecto de la iglesia. Aquella segunda joven era una madre muy consciente de su obligación en el hogar y le respondió que no podría ayudarla en ese horario específico, pues había prometido llevar a su hija al parque. La joven se sintió frustrada ese día y no podía entender cómo alguien consideraba que ir al parque con una niña era más importante que hacer una actividad para la iglesia. Pero el tiempo y el resultado en el comportamiento de los hijos de esa joven madre le mostraron que existe un valor inestimable en respetar los compromisos que tenemos como familia. “Sus deberes se encuentran a su alrededor, cerca y lejos. Su primer deber es hacia sus hijos y los parientes más cercanos. Nada puede disculpar el descuido del círculo interior por el círculo mayor de allá afuera […]” (Traducción libre del libro Filhos e Filhas de Deus, p. 223). En la agitada vida moderna, muchas veces podemos dedicar más tiempo al trabajo, a las redes sociales y amigos, o hasta a las actividades excesivas en la iglesia que a la familia. El Señor no exige que descuidemos el círculo sagrado de la familia para los círculos más amplios de la sociedad, ni siquiera las actividades de la iglesia. Él desea que exista equilibrio para que la relación familiar sea conservada. Recuerde que la familia bien organizada es la herramienta más poderosa para conducir a otros a Dios. La Biblia presenta palabras fuertes para los que olvidan esto. 1 Timoteo 5:8 dice: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”. 

4. BUSCAR EQUILIBRIO EN LAS RELACIONES CON OTROS 
Sin embargo, es necesario alcanzar un equilibrio en la familia de modo que reciba prioridad en términos de relaciones, pero al mismo tiempo no se encierre en sí misma. Algunas familias pierden preciosas oportunidades de abrir puertas de su hogar para bendecir a otros simplemente por no querer compartir lo que tienen o no tener el trabajo de salir de su rutina para ayudar al prójimo. “A Dios le desagrada el interés egoísta tan a menudo manifestado cuando se dice: ‘Para mí y mi familia’. Cada familia que alberga ese espíritu necesita ser convertida por los principios puros ejemplificados en la vida de Cristo. Los que se encierran en sí mismos, que no están dispuestos a atender visitas, pierden muchas bendiciones” (6TI, 346). 
Ese equilibrio será un fruto natural de los padres cuando entiendan la misión de Dios para la familia y su importancia como herramienta en la predicación del evangelio. Cuando la familia respeta los círculos internos y desempeña debidamente sus funciones en el círculo familiar, se fortalece y se prepara para servir a los que están afuera. 

III. INCLUYENDO A OTROS EN EL CÍRCULO SAGRADO 

¿En qué tipo de actividades la familia puede incluir a otras personas y dar testimonio? 

1. Cultos: Cultos especiales, o un grupo pequeño en el hogar, pueden ser una buena oportunidad para alcanzar a otros. Recordando siempre incluir a los hijos en las actividades y con preferencia realizarlas en el hogar para evitar influencias negativas de otros ambientes. 
2. Trabajo misionero: Los proyectos misioneros de la familia son excelentes oportunidades para integrar a otras familias y amigos. Pueden ser proyectos sencillos como visitas misioneras en la comunidad o proyectos mayores como viajes misioneros. 
3. Recreación: La familia puede invitar a amigos a participar de actividades recreativas saludables, como paseos, esparcimiento, y usar esos momentos para un refrigerio y hasta un testimonio. 
4. Recibir a invitados: El simple acto de que la familia invite a alguien a participar de una comida en el hogar puede transformarse en una actividad misionera donde la familia puede compartir el amor de Dios a través de un alimento saludable y una recepción agradable. “Nuestras simpatías deben rebosar más allá de nosotros mismos y del círculo de nuestra familia. Hay preciosas oportunidades para los que quieran hacer de su hogar una bendición para otros. La influencia social es una fuerza maravillosa. Si queremos, podemos valernos de ella para ayudar a los que nos rodean” (MC, 273). 

CONCLUSIÓN 

Dios desea que desarrolle el sacerdocio real en su hogar. Desea que cada familia participe de su obra, y también de su naturaleza. Desea que primero ocurra una transformación dentro del hogar, para que llegue a ser un testimonio para los que están afuera. Recordemos que la familia bien ordenada es el mejor testimonio que se puede dar. Entreguemos nuestra familia a Dios hoy y pidámosle que nos ayude a cambiar lo que debe cambiarse. Pidámosle que nos ayude a dar prioridad a nuestros hijos, y desear ver su salvación para que al llegar al Cielo podamos decir: “He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová […]” (Isaías 8:18).

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