La consejería Pastoral como disciplina - Consejería Pastoral

Dentro de la conflictiva vida humana, en todos los tiempos, el consejo pastoral ha jugado un papel de alta pertinencia. No es un nuevo estilo de intervención para la salud mental. Sin embargo, su utilización formal y profesional se inicia aproximadamente para la década del 60 cuando se crean los primeros programas de psicologia clínica en seminarios como Fuller y escuelas como Biola (Rosemead), según documenta Pablo Polischuk.1 Así, por ejemplo, Donald Tweedie, Newton Malony, Neil Warren y Lee Travis propiciaron el movimiento de la consejería profesional desde sus posiciones en Fuller.

Además, diversos profesionales cristianos de ayuda en salud mental se dieron a la tarea de dar a la publicidad su quehacer y aportación profesional. Varios nombres acuden a nuestra mente, tales como Clyde Narramore, Larry Crabb, James Dobson, Gary Collins, Jay Adams, David A. Seamands, Norman Wright, entre otros en Estados Unidos de América; Hugo Serrano y Mario Rivera Méndez en Puerto Rico; Jorge León y Daniel Schipani en América Latina; Paul Tounier en Europa, y otros. 

Como campo de actividad profesional, la labor de consejería implica la aplicación de conocimiento psicológico para efectuar intervenciones de ayuda efectivas. Estas intervenciones se efectúan por medio de una relación sistemática entre una persona a quien se reconoce la preparación académica y el adiestramiento para ofrecer ayuda y otra persona, pareja o familia que demanda dicha ayuda para atender situaciones que obstaculizan o limitan su desarrollo.2 Es a partir de esa instancia particular que la consejería se define como educativa, vocacional-ocupacional, personal-social y espiritual. 

La consejería de orientación cristiana, y la pastoral como tal han probado ser elementos claves en los procesos de ayuda que se realizan diariamente. El viaje de la vida incluye un conjunto de crisis, algunas predecibles y esperadas, y otras que sobrevienen como grandes sorpresas. El estar vivos significa que tenemos que confrontar dificultades a menudo, pues las crisis son parte inevitable de la vida. El ayudar a los que pasan por situaciones de crisis, traumas o conflictos es una parte fundamental del ministerio cristiano y ha demostrado tener resultados positivos. 

Rodríguez & Fernández señalan al respecto que, en estudios recientes en los que se ha auscultado la disponibilidad de compartir e interactuar profesionalmente con diversos profesionales de ayuda tales como psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, trabajadores sociales, 42 de 50 manifestaron que sería útil la colaboración del consejero pastoral.3 

La consejería cristiana es única porque ayuda al individuo a trabajar con su pasado, presente y futuro. Hay escuelas que solo exploran el pasado del individuo. Otros solo el aquí y el ahora. La consejería cristiana abarca el cuadro completo. 1 Juan 1:9; Filipenses 3:13, 14.
La consejería cristiana es única porque se basa en el amor de Dios. 1 Juan 4:10.
La consejería cristiana es única porque es universal, se aplica a todos los géneros, clases sociales, cultura e idiomas. El psicoanálisis, el análisis transaccional y las terapias de la Realidad, consideran que estos modelos no se pueden aplicar a todas las personas. Afirman que pueden trabajar bien con ciertas clases de personas, pero con otras no.
La consejería cristiana es única porque tiene que ver con el ser completo. 1 Tesalonicenses 5:23. Toma en cuenta el aspecto físico, psicológico y espiritual del ser humano.
La consejería cristiana es única porque cree en la eficacia de la fe y la oración.
La consejería cristiana es única porque no ignora el pecado y sus consecuencias sobre la humanidad.
La consejería cristiana es única porque reconoce el valor terapéutico del perdón.
La consejería cristiana es única porque reconoce que la restauración debe ser completa, y es completa cuando el individuo vuelve a Dios, pues la desorientación vino como consecuencia de habernos separado de Dios.

TRASFONDO HISTÓRICO 

La consejería pastoral cristiana tuvo sus inicios en la tradición judía. El rabí era el consejero comunal, además de maestro de la Torah (la Ley o instrucción divina). El facilitaba el que las personas pudieran solucionar sus situaciones de vida y manejar los conflictos y cambios cotidianos con sabiduría e integridad. 

Hubo una época en que el diálogo entre la fe cristiana y la psicología era imposible. Un religioso era considerado una persona que buscaba apoyo en la deidad porque era incapaz de sostenerse por sí mismo. En el otro extremo, había personas tan ingenuas que pensaban que una vez que toda la humanidad fuera «psicoanalizada» todos viviríamos en paz y armonía. Se afirmaba en tales círculos una versión particular de humanismo ingenuo cuando cada individuo llegara a comprender sus dificultades mentales y eliminara todos los obstáculos que pudiesen impedir su auto-expresión, no habría más necesidad de la muleta religiosa. El hombre y la mujer podrían valerse por sí mismos, porque tendrían fe centrada en su propia persona humana y no en un ser irreal que se había creado para obtener un apoyo sobrenatural para sus problemas mentales. 

Con tales concepciones, de las cuales todavía quedan representantes en nuestros tiempos, el diálogo era difícil. 

A principios de nuestro siglo surge la psicología de la religión, ciencia que se ocupa de la religión en cuanto fenómeno psíquico. La primera obra literaria al respecto fue escrita por Starbuch en el 1899 y se titula Psychology y Religion. Esta obra se ocupa, casi exclusivamente, del estudio de la conversión. Se aplica así la psicología al estudio del hombre religioso o la mujer creyente, lo que pasa en la persona religiosa. Fue un esfuerzo, en los albores de la psicología moderna, por conocer al ser humano religioso prescindiendo de toda consideración a Dios. 

Más recientemente, en nuestro ayer, puede decirse que la consejería pastoral se circunscribía sólo a los púlpitos o altares de las iglesias. Eran los sacerdotes o pastores los únicos que podían ministrar a los necesitados de asistencia psicológica o a los feligreses angustiados, de acuerdo a Hoff en su libro El pastor como consejero.4 "Su voz. mandatos, recomendaciones y juicios evaluativos eran como órdenes que no se podían cuestionar. Sin embargo, ciertos conflictos de más profundidad y disfunción en la feligresía quedaban sin resolver por la falta de herramientas adecuadas, y por el desconocimiento, los prejuicios y el miedo a faltar a Dios u obstruir sus designios por parte del pastor. 

Es importante señalar que dicha concepción y práctica del consejo pastoral dista mucho de lo que es la consejería pastoral cristiana formalmente concebida y practicada como disciplina. Es aquí donde el movimiento integrador entre psicología y teología inicia su proceso dentro de la iglesia cristiana. En este proceso hemos encontrado la gran muralla de que el campo está dividido entre las facciones que apoyan la integración psicológica-teológica y aquellas que rechazan cualquier conglomerado que no se ajuste a la manera ortodoxa tradicional. 

En la iglesia protestante hispanoamericana o latina en los Estados Unidos, la actitud hacia la psicología ha sido tradicionalmente negativa.5 Esto a causa de que en su deseo de establecerse con carácter científico, los proponentes seculares de la psicología muchas veces desplazan, denigran o relegan la función de la fe religiosa y su fundamentación escritural, considerando sus postulados como algo que no cabe en un paradigma que recalca la medición, el control y la predicción. 
Como lo expresa Polischuk: Si la psicología ha tratado a la religión con desdén, la religión organizada ha tratado a la psicología como un ente negativo desde su introducción. Tal punto de vista se desarrolló como una reacción a los ataques filosóficos y a las acusaciones que surgieron de los reclamos de las ciencias naturales y sociales. Los aspectos evolutivos, deterministas, reduccionistas y materialistas dejaron muy poco para ser considerados dignos de rescate o apreciación dentro del campo de la teología y de la práctica eclesiástica. Tales embates prematuros suscitaron las reacciones lógicas y necesarias en los ámbitos religiosos.6 

Ante tal confrontación entre la religión organizada y la psicologia, al enfrentarse a las situaciones de vida cotidianas los protestantes de muchas iglesias latinas sólo aceptan esta dualidad: sus situaciones de vida o provienen de Dios como pruebas para purificar el espiritu o deben atribuirse al diablo como tentación y piedra de tropezadero. Poco o nada tienen que ver las emociones ni el factor psicológico: «O eres espiritual y afrontas las situaciones y conflictos espiritualmente, con la Biblia, la oración y el ayuno, o eres carnal y utilizas armas carnales tales como la consejería pastoral formal, la psicología y la psiquiatría para resolver el conflicto que enfrentas». 

LA CONSEJERIA PASTORAL COMO DISCIPLINA 

Al hablar sobre la consejería pastoral como disciplina nos referimos a la interacción de carácter religioso, caracterizada por un adiestramiento profesional formal que toma en consideración los marcos de referencia clínicos y las técnicas y destrezas necesarias para ofrecer asistencia en el área de la salud mental.7

El consejero pastoral que ha sido entrenado dentro de la disciplina de la consejería pastoral formal se desempeñará, sin mayores dificultades, como un profesional altamente capacitado para apoyar y asistir a sus aconsejados en la prevención, manejo y resolución de sus conflictos de vida tomando en cuenta las Sagradas Escrituras y los demás recursos de la fe. 

Precisa tener las siguientes competencias:
- Saber escuchar a una persona y hacer la mínimas intervenciones. 
- No generar codependencia entre el consejero y el aconsejado, de tal manera que ante el mínimo problema el consejero tenga que intervenir. 
- Saber diferenciar entre un problema y un delito. 
- Tener claro los límites de la consejería pastoral. 
- No adentrar a temas íntimos y personales. 
- Saber guardar discreción respecto a la información de la persona. 
- Conocer el tema del secreto profesional y saber que los pastores no contamos con este beneficio a la hora de enterarnos de un caso delictivo.

Creemos que todos los cristianos hemos sido llamados a ejercer el ministerio del amor y del servicio, pues seguimos a un Señor que dio su vida para servir y no para ser servido. Sin embargo, para que el proceso de consejería pastoral se efectúe en forma competente y eficaz debe realizarse con las destrezas indispensables, con empatía y con un profundo entendimiento de la naturaleza humana, además del conocimiento de las técnicas de consejería y la guía del Espíritu Santo. 

La consejería pastoral como disciplina requiere algo más que fe y buena voluntad por parte del consejero. Reclama el uso de un sinnúmero de estrategias para el manejo de los conflictos y las situaciones de vida que provocan crisis y desorientación en aquellos que buscan nuestra ayuda. 

Los líderes de congregaciones, pastores y maestros de educación cristiana son quienes están más cerca de los pesares, aflicciones, temores, aspiraciones, esperanzas, tentaciones, transgresiones y decisiones personales de mucho peso que afrontamos todos. Es por ello que la necesidad de un proceso de consejería pastoral formal tiene mayor pertinencia que nunca. 

Aquí se aplica con un sentido muy especial, lo que se ha señalado respecto del arte de aconsejar. Aconsejar es un arte muy humano, hermoso, útil y que bien ejercitado produce los resultados más beneficiosos tanto para el individuo como para la sociedad.8 

Bien lo destacan Rodríguez & Fernández en su artículo sobre la práctica y la utilidad de la consejería pastoral formal: 
Investigaciones recientes, en los Estados Unidos de Norteamérica, demuestran que profesionales de la Salud Mental escépticos en un principio en torno a la utilidad complementaria del Consejero Pastoral Formal con las dinámicas interpersonales que ellos ofrecían, han cambiado de opinión favoreciendo esa intervención multidisciplinaria, luego de notar una mejoría significativa en aquellos pacientes en que se procedió a establecer una Consejería Pastoral Formal paralela (aceptada por el paciente) al tratamiento psicológico o psiquiátrico.9 

Es importante recalcar que el proceso de la consejería pastoral como disciplina exige el conocimiento de las teorías de la personalidad y de los marcos teóricos de intervención. Esto no implica necesariamente que el consejero pastoral incluya en el proceso de ayuda realizar psicoterapia en un sentido estricto del término, a menos que esté adiestrado propiamente en el campo de la psicología clínica.10 La labor de la consejería pastoral formal se realiza básicamente dentro de una conceptualización teológica y pastoral que utiliza una dinámica de comunicación en la que los principios bíblicos son parte fundamental del proceso de ayuda. 

Culturalmente, dentro de la iglesia cristiana, se ha establecido que es un deber ministerial del pastor o pastora el ofrecer consejería al pueblo que se lo solicite. Sin embargo, hay aquellos que se acercarían a él o ella con más libertad si fuera mejor presentado el anuncio de su disposición a brindar consejería. 

Estudios recientes señalan que del total de personas que buscan ayuda para sus problemas emocionales un 40% recurre a pastores y guías espirituales. El restante 60% se distribuyen entre médicos, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, consejeros matrimoniales, y otros profesionales. Por lo antes expuesto se deduce que en comparación con otras profesiones, la solicitud de servicios a los consejeros pastorales es, proporcionalmente, más frecuente en la búsqueda de soluciones para problemas de tipo emocional. Esta situación pone sobre los consejeros pastorales la gran responsabilidad de estar bien preparados para ofrecer la ayuda adecuada a quienes recurran en busca de tal asistencia. 

Los consejeros y las consejeras pastorales formales, de encontrar una situación que sobrepase sus conocimientos, refieren a su aconsejado a algún otro profesional de la salud mental, como por ejemplo un psicólogo o un psiquiatra, para su manejo, sin perder u opacar su rol ministerial de acompañamiento y de guía espiritual. 

La literatura en el área señala que los consejeros pastorales regularmente son una fuente de referido para psicoterapeutas seculares,11 argumentándose que reconocen sus limitaciones y la necesidad de una interacción multidisciplinaria para el bienestar de la persona referida. El proporcionar un consejo adecuado es visto como algo tan relevante que deben utilizarse una gran gama de técnicas para impactar la salud emocional y espiritual del aconsejado. 

Rodríguez & Fernández12 señalan que no es hasta finales del 1980 que Young & Griffith proceden a proponer un sistema que diferencie los tipos de consejería pastoral que se realizan en el ámbito eclesial. Se crean las siguientes clasificaciones: 

CONSEJERIA RELIGIOSA 

Los consejeros religiosos trabajan sin paga o en labores voluntarias, en ambientes eclesiásticos o subsidiados por alguna iglesia. Se centran en problemas conceptualizados en términos teológicos. Son los que con más frecuencia utilizan la oración y otros recursos y fundamentos religiosos como elementos claves de asistencia con sus aconsejados. La consejería pastoral de este tipo no trabaja con los procesos inconscientes del individuo. 

Además, tienen muy poco o ningún entrenamiento formal en psicoterapia. Esto no significa sin embargo que son menos efectivos, pues reconocemos que la fe es ser un elemento esencial en la dinámica de aconsejar.1 Sin ella nos quedaríamos cortos en nuestros procesos de ayuda. 

La aplicación de conceptos teológicos para ayudar a la solución de los problemas del diario vivir, es uno de los instrumentos fundamentales que utiliza este tipo de consejero pastoral. 

Existe un grupo evangélico cuyo compromiso es exaltar la Biblia como única fuente de fortaleza y ayuda para todos los problemas (Charles Swindol, Jay Adams, John McArthur, James kennedy y Charles Stanley)
Jay Adams, por ejemplo, cree que los psiquiatras y psicólogos han usurpado el lugar que les corresponde a los pastores. Cree que están haciendo un trabajo peligroso porque quieren cambiar la conducta humana en una forma 'no santa'. Según Adams les dice a los pastores: Estudiando la Palabra de Dios y entendiendo cuidadosamente como estos principios describen a la persona que estás aconsejando, usted puede obtener toda la información necesaria y toda la experiencia que necesita para ser un consejero cristiano competente... sin necesidad de ningún estudio de psicología.

TRABAJO DE CONSEJERÍA EN SALUD MENTAL 

Este tipo de consejero pastoral:
- Tiene entrenamiento formal en el uso de técnicas de carácter terapéutico  
- Conoce las dinámicas del proceso de ayuda, 
- Es un hombre o mujer de Dios. 
- Utiliza recursos cognoscitivos, emocionales y conductuales que la persona posee. 
- Busca evocar la perspicacia y la sabiduría necesarias para ayudar a los aconsejados a atravesar los conflictos o situaciones de vida a fin de que puedan enfrentarlos adecuada, madura y homeostáticamente. 

Puede verse aquí la presencia de predicadores populares. Generalmente tiene poca preparación en psicología. Sin embargo, tienen una capacidad especial para ayudar a las personas. Keith Miller, Tim LaHaye, Billy Graham.

Una variedad de autores han señalado que la relación de consejería debe permitir el reconocimiento, liberación o descarga de aquellos sentimientos que puedan traer conflictos, de forma tal que el individuo pueda entender, manejar y ser más responsable de ellos. 

Además, este profesional de ayuda cristiano debe tomar en consideración la importancia de dirigir al aconsejado hacia una relación más directa con Dios a la par de identificar problemas de carácter psicológico en tal persona. 

Se le recomienda ser parte de las asociaciones profesionales cristianas y seculares que agrupan a los profesionales de ayuda en salud mental. Debe responder formalmente a los códigos éticos profesionales y eclesiales denominacionales. 

PSICOTERAPIA PASTORA

Los consejeros pastorales que han sido entrenados profesionalmente en un proceso clínico formal en psicoterapia y que ostentan una licencia debidamente certificada pueden proveer el servicio de carácter o manejo psicoterapéutico. Es decir que, tienen preparación en psicología pastoral o aconsejamiento pastoral. Su base es clínica con énfasis en religión o educación. Estos, por lo regular, trabajan tanto en el ambiente eclesial como en el secular y sus servicios, usualmente, tienen una tarifa profesional. Por ello, se les acusa de ser muy liberales porque exaltan más la psicología que la Biblia. Entre los destacados en esta área están: Anton Boiser, Sewar Hiltner, Edward Thorton y Russel Dick.

Entre estos también se encuentran los profesionales cristianos. Este grupo lo forman hombres y mujeres cristianos, con preparación profesional en psicología o psiquiatría. Entre ellos están Narramore, Dobson, Crabb, Collins, Mallory, Hynder, Thurman. La mayoría de ellos excelentes escritores y predicadores. Algunos dan más énfasis a la Biblia y otros a la psicología. Son integracionistas.

Aparecen aquí también los teóricos e investigadores. Son personas dedicadas a hacer investigaciones tanto en el área de la psicología como en el de teología. Su trabajo intenta responder a las críticas contra la religión, desde el campo social. Para ellos Freud, Skiner y Roger han atacado las bases del cristianismo. Ellos consideran que los consejeros cristianos deben dar respuestas bíblicas, al mismo tiempo deben tener apoyo e información científica, especialmente cuando se trabaja con no cristianos.

Este tipo de consejería pastoral, como una forma y proceso de psicoterapia, debe incluir en su formato el diagnóstico, el tratamiento y el debido apoyo al cliente. Debe además, observar, entender e interpretar las dimensiones psicológicas, religiosas y morales del proceso por el que atraviesa el aconsejado o cliente. El o la terapeuta debe ser miembro de las asociaciones profesionales cristianas y seculares que le ayuden a mantenerse al día en su práctica profesional y responder a los códigos éticos de la profesión y de la iglesia del Señor. 

Las categorías antes mencionadas no pretenden ser una camisa de fuerza, sino una manera de clarificar y orientar sobre quién es quién dentro de este maravilloso ministerio de servicio para la casa de Dios. Ninguna preparación profesional sustituye el quehacer del Espíritu Santo en su pueblo. Mantener el balance entre nuestra labor o ministerio, y el reconocimiento de que es Dios mismo quien cuida y sana y hace crecer es imprescindible para que la gloria sea siempre de Dios. 

CONCLUSIÓN 

Como podemos ver la consejería cristiana está formada por un amplio espectro. Pastores, psicólogos, psiquiatras y educadores. 
Los pastores son expertos en la Palabra de Dios, que otros no conocen.
Los psicólogos tienen la preparación y las herramientas para evaluar en forma más académica o científica los problemas humanos. 
Los educadores y trabajadores sociales tienen la preparación en relaciones interpersonales.
Todos se necesitan unos a otros. Pueden trabajar en equipo o referir pacientes unos a otros, en. lugar de atacarse.
Los consejeros pastorales formales, al poseer un entrenamiento profesional más exhaustivo, sin lugar a dudas podrán con mayor efectividad reconocer aquellas situaciones en que se requiera referir u obtener apoyo multidisciplinario para la intervención, y ayudar al desarrollo y entrenamiento de otros consejeros pastorales. Es importante recalcar que sólo se logrará la efectividad en la consejería pastoral formal si no se pierde la perspectiva de que se parte de una experiencia enmarcada en un Dios viviente y en el quehacer del Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad. 

Terminamos señalando que aún nos queda mucho por hacer: Pongamos nuestras manos a la obra. No habrá nunca corona sin lucha. De igual manera no habrá consejería pastoral efectiva, fiel y pertinente sin la Palabra de Dios, la oración y la labor reconocida y honrada del Espíritu Santo. 


1 Pablo Polischuk, El consejo terapéutico (Barcelona: Editorial CLIE, 1994), cap. 1. 
2 W.C. Rodríguez Arocho, «Origen y desarrollo de la consejería: Un acercamiento histórico social» Revista profesional de la Asociación de Orientación y Consejería de Puerto Rico 11:3 (1994):40-16. 
3 J. R. Rodríguez y S. Fernández, «La consejería pastoral formal: Su práctica y utilidad» Revista de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico 35 (1993):10-16. 
4 P. Hoff, El pastor como consejero (Miami: Editorial Vida, 1981), cap. 1. 
5 Polischuk, op. cit, p. 17. 
6 Ibid, p. 27. 
7 Howard Clinebell, Asesoramiento y cuidado pastoral: Un modelo centrado en la salud integral y el crecimiento (Buenos Aires: Nueva Creación, 1995). Clinebell incluye valiosas consideraciones de pertinencia clínica como parte de su enfoque integral e integrador en torno a la salud. 
8 A. Rios, «El arte de aconsejar» Continente Nuevo 14:2 (1987):3-5. 
9 Rodriguez y Fernández, op. cit. 
10 R. Rossi, «The Distinction Between Psychological and Religious Counseling» Review for Religious Counseling 37 (1978):546-571. 
11 M.F. Mobley, F.J. Streets, y J. Boscarino «A Community Srudy of Formal Pastoral Counseling Activities of the Clergy» American Journal of Psychiatry 143 (1985):223-228. 
12 Rodriguez y Fernández, op. cit. 
13 Clinebell, op. cit, especialmente caps. 3 y 6. 
14 Polischuk, op. cit, segunda parte. 

Este artīculo fue publicado originalmente por: Schipani, D. S. J., Pablo A. (1997). Psicología y consejo pastoral : Perspectivas hispanas (41). Decatur, Georgia.: Libros Asociación para la Educación Teológica Hispana. 

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