Reconstruyendo el amor

Propósito: Afrontar la realidad de que muchos matrimonios están poco a poco destruyendo el principio de amarse. Debe retomarse con decisión que solo Cristo Jesús en su amor y misericordia, reconstruye el matrimonio.

Base Bíblica: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21).

Introducción: Vivimos en un contexto sociocultural y económico en que hemos dejado el modelo de la familia nuclear, para entrar en una economía de libre mercado, en una sociedad del riesgo permanente y por ende, en un tipo de familia posnuclear caracterizada por su pluralidad, inestabilidad y su necesidad de hacerse cargo de las crisis y ver cómo se solucionan los problemas de los abuelos, niños, adolescentes y de su propia problemática de pareja.

Sin duda el problema más grande de esta generación es que ha olvidado la presencia de Dios en su matrimonio. La Biblia dice: “he aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán su nombre Emmanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros”. (Mateo 1:23).

El nombre de Emmanuel nos muestra el urgente propósito que Dios tiene de estar con cada pareja. El hecho de no invitarlo y darle el lugar que le corresponde ha llevado a la sociedad de hoy a una destrucción del amor que une al matrimonio.

“Haya entre ellos amor mutuo y sopórtense uno a otro. Entonces el matrimonio, en vez de ser el final feliz del amor, será más bien su verdadero comienzo. El calor de la verdadera amistad, el amor que une un corazón al otro, es sabor anticipado de los goces del cielo. Ame al otro antes de exigir que el otro le ame” (MC, 279).

Por tal razón, esta mañana estudiaremos, como las parejas cuyas relaciones están siendo rotas, pueden ser reconstruidas en la entrega a Cristo Jesús.

Desarrollo:

En la familia actual, existen posibilidades de vínculos más simétricos entre la pareja, con una fuerte planificación y con un enfoque en la contención.
Se observa una notable prolongación de la permanencia de los hijos en la casa de los padres. Esto no implica una profunda conexión emocional, sino la preservación un estado social basado en el consumo.

La familia se ha constituido en una agencia de seguridad social frente a la generalización del desempleo y de la crisis que le toca vivir. Sin embargo, no hay familia plena sin amor conyugal unitivo.

1. Afrontando los problemas (Mateo 7:24–27)

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.

No hay resolución de problemas, no se puede soportar el temporal ni la tormenta, a menos que se haya construido y desarrollado una relación conyugal en la que el amor, la satisfacción emocional y afectiva, y la posibilidad de proyectos y esperanzas juntos, hayan solidificado esa creencia de que el amor es posible, que una pareja es posible, que una familia plena es posible.

No es lo mismo enfrentar una situación de crisis en un hogar con una pareja sólida, que puso cimientos en Cristo, sostenida por columnas de amor y en la comprensión, que en donde no hay diálogo, ni la presencia de Dios.

Esta construcción conyugal no es estática, sino dinámica. Tiene su origen en puntos de encuentro, desarrollos, conflictos y tensiones; se aprende a negociar y a acordar. Obviamente, cada pareja en particular enfrentará esos procesos de diferentes maneras, en tiempos diferentes y con resultados disímiles. En este sentido, cada pareja es única e irrepetible. Sin embargo, hay similitudes que nos pueden ayudar para brindar prevención, educación y orientación a muchas parejas.

2. ¿Cómo lo afronta el esposo? (Efesios 5:28)
Para el esposo, las cosas no van bien. Se agravaba aún más por las características de inmadurez de su propia personalidad, pues a pesar de creer que eran una pareja igualitaria, con los mismos derechos, privilegios y obligaciones, él se sentía con mayor responsabilidad de responder a la seguridad y al sostenimiento del grupo familiar. No soportaba que a su mujer le fuera mejor (postura machista) y que respondiera con mayor sostenimiento económico y emocional a la familia.

Frente a esa situación, muchos hombres se quiebran emocionalmente, ya que no la soportan. Su autoestima decae. La frustración que sienten afecta directamente su bienestar psicológico. Trastoca toda su personalidad, afecta su modo de reacción y de relación con los demás. Se sienten desdichados e inseguros. Esto tensiona sus relaciones, trayendo conflictos y desacuerdos en los ámbitos laboral y familiar.
Un hombre con baja autoestima y con complejo de inferioridad se transforma en un hombre inseguro, inestable, desconfiado; por lo que, en su relación con su cónyuge, aparecerá como un hombre celoso, posesivo y controlador; muchas veces encontrará en la violencia una forma de realizar virilidad y un poder que se le niega en la calle.
Normalmente, el hombre posee un ego especial; si no se considera un hombre ante sus propios ojos, no es nada. De alguna manera, esto abarca lo físico, mental, espiritual y sexual.
El consejo de Dios es: “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama” (Efesios 5:28)

3. ¿Cómo lo afronta la esposa?
La esposa desesperadamente piensa: No sé cómo ayudar a mi esposo. Sé que las cosas en el trabajo le van mal y nuestro matrimonio se encuentra en crisis. Estamos muy distanciados como pareja. Él se encierra más en sus cosas cada día que pasa, y no quiere hablar de ellas. ¿Qué puedo hacer?”.

Esta es una realidad que a diario se escucha. El conflicto no solo está en el ámbito laboral (inestabilidad, incertidumbre, competencia, etcétera), sino también en el de la relación de pareja, donde se pierden la comunicación, la confianza, la expresión de afecto; ella no se siente amada, halagada. Entonces aparecen los regaños incisivos, los arranques de ira, los gritos, las humillaciones, las críticas; hay que soportar el retraimiento o simplemente que la ignoren. Todo esto afecta y trastoca la armonía en la relación conyugal.
Hay mujeres que no están preparadas para ser un apoyo idóneo en situaciones de crisis; creen que el hombre deber ser siempre fuerte, desconociendo que muchas veces, él tiene muchas necesidades emocionales que únicamente una esposa amante puede llenar.
Las mujeres que no aman a Dios sobre todas las cosas, se convierten en egocéntricas. Donde solo están preocupadas por ellas mismas y por sus propias cosas, desconocen las necesidades del esposo y frente a esta crisis, se tornan intolerables, exigentes y critican constantemente la situación.
Nada de esto podrá ayudar al esposo, que se encuentra decaído y débil, por lo que se necesitará una esposa cariñosa, dispuesta a dialogar y a contener las angustias y los miedos, dando plena respuesta a las inquietudes y necesidades que él presenta.
Esto debe incluir el aspecto físico, mental, espiritual y sexual. Ya que cuando se tienen problemas, lo primero que se deja de lado es una relación de convivencia, dialogo, espiritual e íntima, lo que provoca un mayor distanciamiento entre ellos, ensimismándose cada uno en sus problemas, en vez de volcarlos hacia afuera.

El consejo de Dios es: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;” (Efesios 5:22)

4. Soluciones

A. No lo resuelvan por separado. En este último caso, si hay desavenencias, cada uno trata de resolver las cosas por sí solo, separado del otro, perdiendo la fuerza y la unidad de estar juntos.

B. Se necesita mucho dialogo. El esposo podrá tener frustraciones, derrotas en lo comercial, estar deprimido, triste, con su ego quebrantado, peor todo esto podrá sobrellevarlo si él y su esposa llegan a un equilibrio, en el que puedan dialogar y expresar sus sentimientos. Al igual la esposa necesita ser escuchada con paciencia.

C. Manifestaciones de amor. Es fundamental que puedan manifestar el amor y el cariño por medio de tiempo de calidad, detalles, apoyo mutuo, reencuentros de intimidad, ya que un esposo satisfecho es un hombre que rápidamente podrá desarrollar la confianza en sí mismo y la potenciará en su virilidad. Y una mujer que se siente amada se fortalece y mejoran las otras áreas de su vida.

D. Sea paciente en el proceso. Construir una pareja es un proceso y un camino por recorrer. Comienza con la pasión del enamoramiento en todas sus etapas, se nutre en una misteriosa unión íntima alegre y fecunda, se renueva en la reelección mutua, una y otra vez, durante toda la vida.

E. Entienda que los problemas ayudan a crecer. No existen parejas sin problemas sin dificultades, esa es una utopía. Sí existen parejas que saben enfrentar y superar los problemas; otras, se quedan entrampadas en los conflictos.

F. Dedique tiempo a su pareja. Así, juntos podrán analizar todos aquellos elementos que los pueden distanciar. A veces los quehaceres cotidianos impiden estos momentos, pero recuerde que la armonía en la pareja es muchas veces el resultado de pequeñas concesiones o renuncias.

G. Sométanse a Dios. “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). El mundo parece mejor y sus dificultades se ven reducidas a su tamaño natural. Por eso, todas las parejas y sobre todo las cristianas, deberán encontrar el mayor placer en la posibilidad de su unión, en su armonía, en su diálogo, en su cotidiano vivir, ya que el creador puso sentimientos, no solo para fines de procreación, sino también para ayudar a crear un ambiente de cariño y motivos de gratitud y afecto entre aquellos dos seres que él quiso ver unidos como un solo ser, para vivir exclusivamente el uno para el otro, sabiendo cooperar, y perdonarse y ayudarse mutuamente.

Conclusión

1. “El voto matrimonial une los destinos de dos individuos con vínculos que sólo la mano de la muerte debiera romper” (4TI, 507).

2. “Al comenzar su vida matrimonial los hombres y las mujeres debieran consagrarse de nuevo a Dios... Donde reina el Espíritu de Dios no se hablará de incompatibilidad en las relaciones matrimoniales” (El hogar Adventista, 103, 120).

3. “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Eclesiastés 9: 9).

4. “A pesar de las dificultades, las congojas y los desalientos que puedan suscitarse, no abriguen jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que su unión es un error o una decepción. Resuélvase cada uno de ellos a ser para el otro cuanto le sea posible ser. Sigan teniendo uno para con otro los miramientos que se tenían al principio. Aliéntese uno a otro en las luchas de la vida. Procuren anticipar la felicidad uno de otro. Haya entre ellos amor mutuo, soportándose uno a otro. Entonces el matrimonio, en vez de ser el término del amor, será más bien su verdadero principio”. (MC, 338).

Llamado

Esta mañana hago un llamado en el nombre de Jesús. A los esposos y esposas, que son conscientes de que hay muchos problemas que intentan destruir tú matrimonio. Y no se conforman con un hogar en crisis, sino que escuchan la voz de Dios y anhelan en su nombre reconstruir su matrimonio.

Te invito a pasar al frente con tu cónyuge y oremos juntos para que Dios siempre sea el cimiento de tu hogar.

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