La preparación de la familia para el cielo
By
Geraldo Magela Tostes
TEXTO BÍBLICO
“Prepárate oh Israel para encontrarte con tú Dios.” (Amós 4:12)
INTRODUCCIÓN
Queremos enfocar el mensaje de hoy en la preparación que una familia debe tener para ir al Cielo.
La preparación es la esencia de la calidad. Preparación tiene que ver con dedicación, tiempo, conocimiento, pérdidas, esfuerzo, inteligencia. Cuando nos preparamos, hacemos más cosas y las hacemos mejor. La concentración en la preparación de cualquier cosa en esta vida, resulta en amor cuando se está preparando algo.
Surgen entonces las preguntas: ¿Qué debe hacer una familia que se prepara para ir al Cielo? ¿Qué debe tener una familia que se prepara para ir al Cielo? ¿Qué debe ser una familia que se prepara para ir al Cielo?
Cuando usted se prepara necesita de tres cosas: tener, hacer y ser.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define preparar: “Prevenir, disponer o hacer algo con alguna finalidad. Hacer las operaciones necesarias para obtener un producto. Disponerse, prevenirse y aparejarse para ejecutar algo o con algún otro fin determinado”.
En el caso de una familia, ¿Es necesario para prepararse para ir al Cielo?
Es bien sencillo. Así como una familia se prepara para recibir una visita, así debe prepararse la familia para ir al Cielo.
Cuánto más importante la visita, mejor es la preparación para recibirla. El cuidado, los detalles, la limpieza y la expectativa hacen de la preparación un momento bueno y tremendamente participativo. Dicen que lo mejor de la fiesta es esperar que llegue el momento. En otras palabras, lo mejor de la fiesta es prepararse para ella. Disfrutar la preparación es esencial para ir al Cielo.
“La vida en la tierra es el comienzo de la vida en el cielo; la educación en la tierra es una iniciación en los principios del cielo; la obra de la vida aquí es una preparación para la obra de la vida allá. Lo que somos ahora en carácter y servicio santo es el símbolo seguro de lo que seremos”. HA, 484.
PACIENCIA, ELEMENTO INDISPENSABLE PARA LA PREPARACIÓN
En la preparación se exige emplear, buscar, perder y dedicar mucho tiempo. El resultado muchas veces no muestra lo que sucedió hasta llegar al producto. Para prepararse es necesario tener paciencia. Podemos decir que la paciencia es la virtud de los santos (Apoc. 4:12), ¿saben por qué?
Porque la paciencia es un elemento indispensable para tener una buena preparación. El apresuramiento es enemigo de la perfección, y hacer algo corriendo es lo mismo que hacerlo mal. Por lo tanto, para preparar algo, se necesita paciencia, que es lo mismo que calma, tranquilidad y hacerlo sin apresuramiento. El crecimiento es el resultado de tiempo, alimentado por la vida, el conocimiento y la naturalidad. Así la preparación de la familia se hace en un hogar con calma, con conocimiento de la Palabra y la presencia del Espíritu Santo.
EJEMPLO DE LOS PADRES
Es muy común “colocar el carro al frente de los bueyes”, dice un dicho bien antiguo. En la familia, los padres deben ir primero y después los hijos. Ir primero en busca de la preparación, del conocimiento de la preparación, y de la realización de la preparación. Sin embargo, no es la preparación lo que lleva a la familia al Cielo, sino Jesús. Existen casos y más casos de padres que dieron a la preparación más importancia que la presencia de Jesús dentro del hogar. Es decir, dieron demasiado valor a las obligaciones al punto de imposibilitar que la preparación sea algo placentero y fácil.
PREPARACIÓN CON ALEGRÍA
A veces la preparación puede estar mal hecha y debe comenzarse todo de nuevo. Si sucede eso debe manifestarse un espíritu distendido y feliz en lugar del espíritu de amargura y nerviosismo. La buena voluntad, la bondad, la benignidad, el buen trato, hacen la diferencia en todo. En la preparación se verá en buenas relaciones de paz, armonía y unidad. Ser alegre, gentil y de ninguna manera obstinado, pues la preparación con alegría es mejor.
LA PREPARACIÓN CONTAGIA A OTRAS FAMILIAS
Dentro de una casa existen personas con opiniones diferentes, con gustos diferentes, y deseos diferentes, temperamentos diferentes, lo que puede entorpecer la preparación de una familia para el Cielo. Como también puede resultar en un tremendo efecto positivo. Cuando se prepara una torta, por ejemplo, los ingredientes que se usan en su preparación, como harina, azúcar, huevo y aceite son diferentes, en proporciones diferentes. Dentro de la preparación para el Cielo en una familia se encuentran las más diversas diferencias, esto puede entorpecer y producir mucha discordia, o puede hacer que una familia con sus mayores diferencias se haga fuerte e influyente que contagie a otras familias, por su sabor de belleza espiritual. El contagio es posible donde existe vida, células y gente. Por lo tanto, el testimonio de una familia que va en dirección al Cielo influencia a otras familias a ir al Cielo, y eso se llama predicación, que es lo mismo que preparación. Es interesante que la preparación también incluya llevar a otros al cielo. Pues todos quieren ser iguales y contagiarse. La influencia del testimonio de Jesús en la vida de una familia habla más fuerte que su belleza física. Generalmente, a una familia le gusta mostrar sus adquisiciones, sus enormes propiedades, y su gran prosperidad, pero el resultado de una actitud así produce contienda, competencia y discordia. La belleza del testimonio de una familia está en la educación, en el amor y en la paz. Esa es una excelente preparación para ir al Cielo.
FÁBRICA DE EMOCIONES
En toda casa existe una fábrica, que puede llamarse “fábrica de emociones”, pues dentro de la casa es donde fabricamos nuestras emociones que llevaremos por donde vayamos. Y en la preparación para el Cielo deben fabricarse emociones positivas, verdaderas, amorosas y cristianas. Generalmente, cuando salimos, ya sea en un viaje, al trabajo o hasta incluso por placer, tenemos que llevar algo con nosotros. Así también debemos llevar algo al Cielo: el carácter. El carácter es la virtud de los santos, pues carácter es honestidad, integridad, fidelidad y dignidad cristiana. Eso es preparación para el Cielo. Cuando se aprende en casa, por el ejemplo de los padres, por la literatura cristiana y principalmente por la Palabra de Dios, la familia gana sentido de dirección y nada podrá desviarla del camino al Cielo.
SENTIMIENTO Y EMOCIÓN
El mayor sentimiento es el amor. No la emoción del amor, sino el sentimiento del amor, aunque los dos sean bien parecidos, podemos acentuar una leve diferencia en favor del sentimiento, pues queda más claro cuando podemos decir que sentimiento amoroso es más sublime que la emoción amorosa. En ese razonamiento el sentimiento tiende más para el lado del pensamiento y la emoción tiende más hacia el lado de la reacción, o sea, la respuesta de lo que le llega a usted. Porque sentimiento es acto, disposición, afecto, entusiasmo, conciencia, punto de vista, convicción, deseo, propósito y voluntad. Y la emoción, una reacción de lo que le hacen a usted. En otras palabras, usted puede fabricar los sentimientos; la emoción es el resultado de lo que hacen por usted. Dentro de casa, usted debe fabricar amor más que desear amor. La preparación para el Cielo es el resultado de lo que usted quiere, no de lo que usted es. Cuando usted fabrica amor, demuestra madurez, olvidándose de su deseo y recordando el deseo del otro, eso es amor. Amar es la mayor preparación para ir al Cielo. El amor que soporta, que sufre y jamás se termina. La disposición de ofrecer sin esperar recibir.
DAR Y NO RECIBIR
Perder, pérdidas y perdedores. Esa es la preparación de una familia para el Cielo. Generalmente, el mundo enseña que hay que ganar, vencer y ser victorioso, pero para prepararse para el Cielo se necesita ser un perdedor; no un fracasado, sino un perdedor victorioso, si es que existe eso, para que usted sepa distinguir un perdedor victorioso de un vencedor fracasado. La pérdida es la humildad de ser inferior al prójimo. Las pérdidas son dar todo lo que usted tiene a los demás: dinero, tiempo, salud, deseos. Cuando Jesús dijo que se debe amar al prójimo como a sí mismo, pienso que él decía: “Dedíquele todo lo que tiene a su prójimo, eso es, su interés, su voluntad, su deseo, su mente. Su prójimo es su familia, no los que están lejos de usted, sino su familia, su cónyuge, sus familiares”.
CONCLUSIÓN
La preparación se hace muy sencilla cuando usted se olvida. La preparación se hace más liviana cuando usted lleva la carga del prójimo. La preparación se hace más fácil cuando usted no exige nada de nadie. La preparación se hace mucho más divertida cuando usted ve al otro como amigo y no como enemigo. La preparación se hace mucho mejor con Jesús. Por lo tanto, La fórmula de la felicidad es ODUM (olvidarse de uno mismo) La receta del amor es dar sin esperar recibir. La dirección del camino es orar, leer la Biblia y cantar de Jesús. El consejo para el éxito es testificar, hablar y vivir como Jesús. Nunca: Se desvíe del Camino, que es Jesús. Busque un atajo, que es el pecado.
Se distraiga con la fantasía, que es el demonio. En la preparación del viaje: Los hijos son el equipaje. El cónyuge, el compañero. La Biblia, el GPS. La iglesia, el vehículo. El Cielo, el destino. Elena de White, en el libro Joyas de los testimonios, t. 3, p. 434, escribió: “Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La Nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios.
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