Amor que vive en la familia

“Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Eclesiastés 9:9).

Estudio

El periodo de pandemia dejó su marca en las relaciones familiares. La crisis emocional, financiera y en el área de la salud tuvo reflejos también en el área conyugal y social. Dentro de casa, los problemas que eran sofocados fueron expuestos por la convivencia en el confinamiento. Ciertamente, una de las mayores víctimas de este momento es la familia. Los abogados especializados en divorcios en el Reino Unido y en los EE.UU. relataron un aumento significativo en sus servicios. En Washington DC, en los EE.UU., hubo un aumento del 70% en solicitudes de divorcio en octubre de 2020 en comparación con el mismo mes del año anterior.

En Brasil, en el segundo semestre del año 2020, los notarios registraron un record en el número de divorcios, según los datos del Colégio Notarial do Brasil – Conselho Federal (CNB/CF). Según el IBGE, el número de divorcios en el país creció un 75% en cinco años y, en medio del año 2020, el total de divorcios tuvo un aumento del 260% por sobre el promedio de meses anteriores.

Introducción

¿Cómo mantener una familia fuerte y saludable en medio de una crisis como la que vivimos? Solo el amor podrá destruir esta avalancha de consecuencias negativas derivadas de los problemas actuales. Pero, ¿qué amor es ese?

Es muy común, en sermones de casamiento, que el pastor presente una lista de consejos relativos a la vida y la felicidad de la familia, con la esperanza de que ellos vivan la armonía plena de la vida de a dos y se beneficien de las alegrías que el matrimonio proporciona.

Con eso en mente, cierto sábado entré en una clase infantil de la iglesia y leí en la pizarra la letra de un corito muy sencillo y conocido. Al leer la primera frase de esa canción, pensé: “Nunca más voy a dar más de un consejo en los casamientos. Esta frase resume todo lo que está relacionado con la felicidad en el hogar. La estrofa que leí en ese cuadro era la siguiente: ‘Con Jesús en la familia, ¡QUÉ HOGAR FELIZ!’”.

Nunca vi tanta verdad en una única frase. Esta simplemente afirma que Jesús es el mejor especialista en felicidad.

Hoy vamos a verificar tres aspectos simples y sin pretensiones sobre la familia para que esta pueda sobrevivir a tiempos de crisis:

I. Jesús es la felicidad. Con él no hay problema que nunca termine.

Elena G. White afirmó: “Si se pusieran a un lado el orgullo y el egoísmo, cinco minutos bastarían para eliminar la mayoría de las dificultades”. El problema está en cómo colocar el egoísmo y el orgullo de lado.

Parece simple, ¿verdad? Sin embargo, nuestros defectos solo desaparecerán cuando percibamos que somos sus víctimas. Son insistentes y ni siquiera lo notamos, pero causan desastres enormes en la relación y son los culpables. Muchas veces, alimentamos el pensamiento de que somos razonables y que el problema es del otro.

Si hay problemas, con Cristo hay solución siempre que haya disposición, buena voluntad, humildad y el deseo sincero de colocar las cosas en su debido lugar. Pero esos atributos no son fáciles de conseguir, así como la felicidad no se encuentra en cualquier lugar.

Por más diferentes que sean las personas, todas buscan lo mismo: felicidad. Jesús quiere nuestra felicidad, fue él quien afirmó: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Esta frase dicha por Jesús está en el contexto de la seguridad y la paz que tienen las ovejas cuando conocen al Buen Pastor y lo siguen.

Jesús afirmó a través de esta parábola que solo el Buen Pastor es digno de nuestra confianza. Solo estamos seguros y felices si confiamos en él. Podemos buscar la felicidad y la estabilidad familiar a través de dinero, posición, títulos o estatus, pero la felicidad plena solo puede encontrarse en Jesús. Por eso, cuanto más nos esforzamos por encontrar la felicidad por nosotros mismos, menor es la posibilidad de encontrarla. ¿Lo sabía? Miré a Jesús y la paloma de la paz se posó a mi lado. Miré a la paloma y ella voló.

Cuando miramos a Jesús, la felicidad nos alcanza, pero cuando, ansiosos, buscamos la felicidad en fórmulas y fuentes humanas, de alguna forma, esta desaparece. Usted encontrará la felicidad no por buscarla, sino por buscar a Cristo. Necesitamos ser sorprendidos por la felicidad que viene como consecuencia de buscar a Cristo.

Hay personas que piensan que el matrimonio trae felicidad; eso debe ser mejor comprendido. El matrimonio solo amplía lo que usted es. Si usted es infeliz y encuentra a otra persona infeliz, el matrimonio no hará de ustedes dos personas felices, sino que solo aumentará la infelicidad.

¿Por qué los matrimonios van mal? El amor solo existe donde está Jesucristo. Sin él no puede haber amor. Abandone su vida de compañerismo con Jesús y su matrimonio colapsará.

El remedio para mejorar nuestra relación familiar es el mismo que nos mantendrá libres de los problemas que la crisis moderna promueve: compañerismo con Jesús, que solo es posible donde hay oración y lectura de la Biblia de forma individual y familiar. “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Romanos 10:17, NVI). Donde no hay fe, Jesús no puede hacer milagros (Marcos 6:5, 6).

Las crisis pueden afectar nuestras finanzas, salud y estilo de vida. Pero, “con Jesús en la familia, qué hogar feliz”.

II. Una relación de amor con su esposa y familia crecerá solamente si usted invierte tiempo para estar junto a ellos.

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). Cristo amó a la iglesia de tal manera que se entregó y dedicó tiempo para establecer una relación con su iglesia y con su pueblo. En su caminar en esta tierra, a pesar de haber sido la persona más ocupada y con la mayor misión que el mundo ha conocido, Jesús tenía tiempo. 
Tiempo para la reflexión: “Considerad los lirios del campo [...]” (Mateo 6:28); 
Tiempo para escuchar las preguntas tontas de los discípulos: “quién de ellos sería el mayor” (Lucas 9:46); 
Tiempo para descansar: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (Marcos 6:31). O sea, él siempre tiene tiempo. Tiempo integral. Cristo pasa tiempo escuchando nuestras oraciones, tiempo perdonando nuestros pecados, tiempo ayudándonos a crecer.

El texto dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia”. Cristo amó a la iglesia de tal manera que dedicó tiempo, atención y así construyó una relación. De la misma forma, el marido debe pasar tiempo estableciendo una relación con su esposa porque esta es la manera en la que Cristo trata a su iglesia.

¿Será que marido y mujer están realmente siguiendo el patrón dejado por Jesús, dedicando lo mejor de su tiempo a la familia? Vea que interesante: “cuantas más veces la familia se reúne para la cena, menor es el riesgo de uso de drogas dentro de casa” (Petros Levounis. Veja, 8/11/2004 p. 14). Cuanto más tiempo pasan juntos, más se aman.

Si su estándar para el hogar disminuyó en los últimos años, tal vez sea porque usted está pasando más tiempo en Internet escuchando la voz del mundo que la Palabra de Dios; más tiempo alimentándose de lo que es propio de este mundo que con las buenas nuevas de la Biblia.

Si cree que a Cristo no le importa el divorcio, es mejor que reconsidere sus conceptos, a la luz de la Palabra de Dios. “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46). Cristo quiere que tengamos éxito en el hogar, y para eso, necesitamos pasar tiempo juntos para amarnos en familia. Tiempo voluntario e intencional para aprender a priorizar al otro.

III. La relación de amor se fortalecerá si la familia adora junta.

“[...] he aquí yo estoy con vosotros todos los días [...]” (Mateo 28:20). ¿Comprende lo que eso significa? Aquí dice que Jesús nos ama tanto que quiere estar con nosotros todo el tiempo. Pero, ¿y usted? ¿Cuánto tiempo pasó con él desde el último sábado? El problema de la falta de crecimiento espiritual en la vida de muchos cristianos es que ellos escuchan más a las personas hablar sobre Dios que a Dios hablar de sí mismo.

Muchas personas con frecuencia se quejan de que su experiencia cristiana no está creciendo, de que las relaciones en el hogar no van bien. La experiencia cristiana y familiar no crecerá simplemente porque usted esté preocupado por su crecimiento. Su familia se fortalecerá a partir del momento que pasen tiempo juntos adorando a Cristo.

La Biblia promueve por lo menos tres tipos de oración y culto: 
1) Culto individual, “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6); 
2) Culto familiar: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:5-7); 
3) Culto comunitario: “Yo me alegré con los que me decían: ‘A la casa de Jehová iremos’” (Salmos 122:1).

Si no hay culto en el hogar, si la familia no adora junta, ¿cómo lograremos librarnos de los males de este mundo? ¿Cómo tendremos una familia fortalecida? En el libro de Ezequiel, encontramos la promesa de lo que necesitamos para volvernos mejores maridos, mejores esposas, mejores padres: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26, 27).

Tal vez, en familia, en la iglesia, ustedes hayan respondido al llamado del Espíritu Santo y hayan tomado una actitud: “De ahora en adelante, vamos a ser una familia que ama a Jesús y adora unida”. ¡Excelente! Pero, su familia no será unida simplemente por haber tomado una decisión. No serán una familia que ama a Cristo a menos que pasen tiempo con él, individualmente, en familia y en la iglesia, porque el amor exige tiempo.

Testimonio

Mauro César da Silva Braga, sin ningún motivo aparente, pidió la separación de la esposa para intentar ser feliz con total libertad. Fue muy difícil convencer a la mujer, pues no había motivo justificable para la separación. Entonces, de forma muy extraña y sin ninguna explicación, él comenzó a presentar fuertes dolores de cabeza seguidos de un cuadro de profunda depresión. No había explicación para que esas reacciones ocurrieran exactamente en el momento en el que él imaginaba que podría “disfrutar” la vida y ser feliz con total libertad para hacer lo que quisiera.

Un día, en el auge de la crisis, él conversó con una amiga y ella le dijo que vivimos en medio de una guerra y que Dios no nos creó para sufrir. Si sufrimos, es porque no hacemos su voluntad. Al oír esas palabras, Mauro llegó a la conclusión que él mismo era el culpable de esa terrible situación en la que vivía y le quedó claro que lo que le faltaba, el problema real, era la ausencia de Dios en su vida. Ese día decidió volver a la casa. Gracias a Dios, su esposa lo recibió de vuelta, y volvieron juntos a Jesús.

Si no pasamos tiempo con Cristo, con nuestro cónyuge e hijos, ellos podrán dudar de nuestro amor e imaginar que realmente no los amamos. Hay una relación paralela entre el amor familiar y la fe. Por lo tanto, cada día, vamos a pasar tiempo con la esposa, con los hijos, pero, sobre todo, con Cristo.

Llamado

Ruéguele a Cristo que renueve su corazón para amar más a su familia y lo ayude a colocar de lado el egoísmo y el orgullo.

Decida, cada mañana, buscar a Cristo individualmente y proponga un encuentro en familia para adorar juntos.

Elija, diariamente, un tiempo especial para agradar a su cónyuge e hijos.

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